Homenaje
1 1 2007
El viaje infinito, archivos fotográficos de Julio Cortázar
Hice todo lo posible para mirar (porque ver, es fácil) Semejante a una inmensa Rayuela, una guiñada a la célebre novela de Cortázar, la muestra ofrece un recorrido a la vez cronológico y artístico. Verdadero albúm fotográfico que lleva a cabo el visitante, desde los retratos de infancia en Suíza hasta los primeros años de su vida en París, en sus numerosos viajes a través del mundo y en los años setenta marcados por la consagración literaria y, por fin, hasta el final de su vida en París de nuevo, entre los amigos pintores, escritores, fotógrafos y cineastas. La lectura de sus cartas, escritas desde India, Irán o Galicia, permite mejor circunscribir a quien consideraba que la literatura debía romper con los esquemas narrativos tradicionales. Documentos que pertenecen a colecciones privadas y públicas dan cuenta de la relación muy nutrida de Cortázar con sus editores en general y sus primeros lectores, exilados gallegos en Buenos Aires, artesanos de sus publicaciones primerizas. Donde se destaca también que su gusto pronunciado por la intrusión de lo fantástico en lo cotidiano y por todas las formas de expresión no impidieron en absoluto al escritor de devenir más tarde un hombre comprometido a la escucha de los ruidos del mundo y sus transformaciones políticas. Pero la cronología se funde en un itinerario artístico que es testimonio del universo íntimo, subjetivo y múltiple del creador de Cronopios y Famas. Su curiosidad en acecho, su espíritu lúdico, su vocación transgresora de los géneros, jugar con espejos y laberintos, su fascinación por la imagen son puestos aquí al desnudo. Ya que como hombre de la imagen, Cortázar lo era, él que salía siempre con una cámara fotográfica y comparaba la foto con el cuento y el cine con la novela. Estos cuatro elementos, a los cuales hay que añadir un quinto, la música —jazz y tango— formaban parte de los fundamentos y el motor mismo de su vida. Las numerosas fotografías de Sara Facio, Alicia D'Amico, Antonio Gálvez, Pepe Fernández, José Gelabert reflejan fielmente les pasiones de un hombre al acecho de todo, ocupado a descifrar los signos del mundo como se descifra las páginas de un libro en el cual la palabra «fin» se hubiera omitido. Muchas películas fueron adaptadas a partir de sus obras, a veces muy libremente como la más célebre, Blow up de Antonioni —y su relación con varios cineastas, como Buñuel y Manuel Antin, será larga y fructuosa. Luego se descubren todas las series fotográficas realizadas por él, como la perturbadora Muñeca rota y la poética Prosa del Observatorio, donde revela una sensibilidad obsesiva por los resortes de la naturaleza humana y la arquitectura como paísaje. Películas en super 8 filmadas por él y prácticamente desconocidas del público subrayan aún más el papel predominante de la imágen para el autor del cuento Las babas del diablo, en el cual el protagonista es un fotógrafo, llevado a la pantalla por Antonioni con Blow up. A sus propias creaciones, hay que añadir las de los artistas presentados juntos por primera vez, les amigos de París como Julio Silva, Luis Tomasello, Alechinsky, y Antonio Saura, gallegos como Luis Seoane, Leopoldo Nóvoa, cuyas obras figuraban en la colección personal del escritor. Esta exposición, realizada con la ayuda de la Xunta de Galicia-secretaria Xeral de Comunicación, Dirección Xeral de Comunicación audiovisual, Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI), Fundación Caixa Galicia, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), en colaboración con el Instituto Cervantes de París, y la Embajada de Argentina en Francia. Fue presentada por primera vez en Santiago de Compostela, en septiembre de 2006. Comisaria: Rocío Santa Cruz - Escenógrafo: Lluis Pera.
Traducción del francés al español por Agapito Perales