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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Teatro
2 1 2004
"El hombre es raíz cuadrada de cero", (entrevista a Fernando Arrabal) por Víctor M. Amela
Arrabal es dramaturgo, novelista, cineasta, ensayista, filósofo, ajedrecista, entomólogo aficionado... Pero él elige definirse como poeta, a secas. A los diez años de edad fue el ganador del concurso de niños superdotados de España. A aquel "niño maravilla" le daría luego por hacer el gamberro, por "pisar la cola del león cuando todavía estaba vivo". El león se llamaba Franco. Escribió usted "Carta al general Franco", ¿no? Lo que me valió ser juzgado por ofensa a la patria en 1967. Se fotografió usted pene en mano con la leyenda: "Mira, patria, mi erección..." Acudieron en mi defensa Camilo José Cela, Octavio Paz, Vicente Aleixandre y Samuel Beckett. A consecuencia de eso, todos obtuvieron el Nobel de Literatura. Otros no acudieron, ¡y se quedaron sin Nobel! Luego escribió usted su "Carta a Castro". En 1983. Ahí sí fui un suicida: empezaron a propalarse todo tipo de calumnias contra mí. Pero, igual que lo de Franco, lo escribí con amor. De Castro digo que es el líder más fotogénico. ¿Qué le movía a hacer todo eso? Creo que intenté emular a mi padre. Quizá todo lo que he hecho haya sido por eso. Por eso es la persona que más ha influido en mi vida. Y eso que no recuerdo apenas nada de él. ¿No? ¿Por qué? Recuerdo sólo sus manos enterrando mis piececitos de niño en la arena de la playa de Melilla. Nada más. ¿Y luego? Él era teniente del Ejército de Melilla, y el 18 de julio de 1936 se negó a unirse a sus compañeros de armas contra la República. Le dieron dos horas para cambiar de idea, pero se mantuvo firme... y le condenaron a muerte. Más adelante, le conmutaron la pena por la de prisión. Allí pintó algunos cuadros y luego se fugó. Y ya nunca más nadie supo nada de él. ¿Qué le diría a su padre si apareciese aquí ahora? Me quedaría mudo de emoción. Él era un hombre que, sobre todo, amaba la libertad. ¿Qué ideología tiene usted? Yo dije un día que el Estado moderno sería el Estado modesto, y ahora todos andan en eso. Pero la actualidad política no me interesa, no la sigo. Es como un folletín: si te pierdes un capítulo, ya no te enteras. ¿Qué le interesa a usted? La ciencia, las matemáticas, el ajedrez. En mi casa de París organizo cada semana una interesante reunión con poetas, filósofos, científicos y matemáticos. Cuénteme lo último que haya aprendido ahí. En matemática, ahora viene la llamada teoría de motivos: busca los motivos de Dios, la meteorología o la bolsa. Una fórmula matemática puede demostrar por qué llovió ayer en Barcelona, hubo un terremoto en Nueva Guinea y subió una cotización de la bolsa. ¿Y predecir acontecimientos? No, ni lo que sucederá dentro de una hora. El hombres es raíz cuadrada de cero, o, mejor, de menos uno. O sea, imposible saber lo que harás mañana. Desde luego. Pero, una vez sucedido, sí pueden establecerse los motivos. Lo importante para mí es esa búsqueda de motivos, y también constatar que el mundo se refleja en las matemáticas, el ajedrez y el teatro. No entiendo. Sí. Cuando los matemáticos formularon la teoría de conjuntos, ¡el mundo creaba conjuntos!: Yugoslavia, Checoslovaquia... Luego, los matemáticos formularon la teoría de fractales, y el mundo creaba fractales: se separan los yugoslavos, Chequia, Eslovaquia... En España, también andamos ahora en esa teoría de fractales. Los nacionalismos. Y por eso en ajedrez no hay ya un sólo campeón mundial: hay diversos, fractales. ¿Y cómo resonará en el mundo ahora esa actual matemática de motivos? En la búsqueda de Dios. Los matemáticos ahora buscan a Dios. Igual que hacen genios del ajedrez como Gata Kamsky o Bobby Fischer: ambos se vuelven hacia Dios. ¿Y usted? Yo rezo cada noche: elevo mi corazón y pido mercedes. No sé si Dios existe, tengo todas las dudas, pero hago como Pascal: "Actúo y rezo como si Dios existiese: si no existe, no habré perdido nada. Si existe, lo gano todo". Inteligente. Esto de dudar de Dios es inevitable hoy, va con nuestra época: usted, yo, todos dudamos. En cambio, en época de Montaigne, Cervantes y Shakespeare, ¡ninguno de los tres dudaba de la existencia de Dios! Eso va con cada época y con cada civilización. Dalí decía que las matemáticas más avanzadas demostrarían un día la existencia de Dios. ¡Ahí está! Dalí estuvo siempre subido a una atalaya desde la que lo veía todo. Siempre se avanzó a su tiempo. Yo lloro al pensar que Dalí no ha llegado a poder oír a mi amigo el matemático Bruno Kahn formular la teoría de motivos. ¡Le habría emocionado tanto! ¿Trató usted a Dalí? Sí, desde 1958. Yo, ante Dalí, me arrodillo. Somos todos tributarios y herederos de Dalí. Y las matemáticas eran lo que verdaderamente le interesaba. ¿Qué es lo que más le fascina de Dalí? ¡Que asumió siempre su papel de chivo expiatorio! A nadie le interesó menos el dinero que a Dalí, contra lo que propaló el falso e inmerecido anagrama "Avida Dollars" inventado por Breton. Breton está en su tumba... y Dalí está más vivo que nunca. Enterrado en Figueres. ¡Qué injustos hemos sido con él! Se le ha llamado "payaso", se quitó en Figueres su nombre a una plaza... Y eso en este país, en el que se honra a poetas con las manos llenas de sangre y hollín. ¿Coincidió con él en París? Sí. Una vez llamó a casa: "Soy el divino Dalí". ¡Menudo susto se llevó la asistenta, que no sabía nada de Dalí! Quería verme en su "suite" del Hotel Meurice. Yo representaba en esa época una obra de teatro con cinco lesbianas, y las invité a venir. Pero atadas con una cadena. Cinco lesbianas encadenadas... Yo creía que encadenar a una mujer era más fácil, pero no: ¡costó mucho encontrar la cadena! Al fin llegamos así al hotel y el portero nos dejó pasar con naturalidad, sin preguntar, indicándonos la suite de Dalí. Estaría ya acostumbrado... Claro. Pero lo que a mí me interesaba de aquellas reuniones es que allí me encontraba con filósofos, físicos, matemáticos... amigos de Dalí, como René Thom, formulador de la teoría de las catástrofes. Allí conocí a Thom, y me hice también amigo suyo. Dalí incluía referencias científicas en sus cuadros. Claro. En "La batalla de Tetuán", el ADN: ¡la memoria! ¿Qué somos, si no? Somos memoria. ¿Sí? Sí: nada existe sin memoria. La inteligencia es el arte de servirse de la memoria. Y la imaginación es un arte combinatoria de recuerdos. Mi admirado Cioran dejó de existir antes de morir físicamente, porque perdió su memoria. Fui a visitarle al hospital y llevé un ramo de flores. Al verlo, Cioran preguntó: "¿Y cómo se comen?" Y esto no es nada cómico. Alzheimer. Sí. Y cuando murió su cuerpo, murió simplemente porque olvidó cómo se respira. ¡Todo es memoria! Memoria, sí, pero también es cambio. Pues ahora se está volviendo a la tradición (sin traición). Freud, Nietzsche y Marx están en reflujo, y resurgen Maimónides, Averroes, san Agustín: el amor. ¿El amor? Decía san Agustín: "Ama y haz lo que quieras". Eso hizo Dalí, eso propugnamos Jodorovsky, Topor y yo mismo con nuestro movimiento pánico: no basta la fe, hay que amar. ¿Que la fe mueve montañas? Bueno, una montaña, al fin, puede moverla cualquier mago un poquito mañoso: o sea, que la fe no vale si no hay caridad, si no hay amor. Ama y haz lo que quieras... Claro. Porque todo es posible, todo cabe en el amor y el arte: es la moral en plural. ¿Eso le guía a usted? Mi estímulo es entender y analizar la sorpresa de la existencia. ¿Qué cosas le sorprenden todavía a usted? El porvenir es un constante "coup de théatre", una sorpresa, un golpe de efecto. ¡Todo está por hacer, todo queda por aprender! ¿Mi porvenir? Yo quiero que me deslumbre el cocinero al servirme el plato este mediodía, que me deslumbre mi portera (que reza por mí), que me deslumbre mi novia como me deslumbra desde hace medio siglo, que me deslumbre mi hija Lelia, ese animalito tan bonito, tan guapo, con su mirada maravillosa... ¿Animalito? Ella es discapacitada mental, es preciosa, está loca. ¡Y mi hijo, biólogo molecular, fue de los primeros estudiosos de las "vacas locas"! Ah, la vida... La biografía de uno influye en su obra. La biografía de Dalí es extraordinaria. Hay que saber que la muerte de su madre (su padre se casaría inmediatamente con la hermana de la madre muerta) provocó este pensamiento en Dalí: "Es tan grande la afrenta que se me ha hecho que he decidido conquistar la gloria", la gloria en el sentido de Teresa de Ávila. Hay que saber eso para enten-der sobre qué madre escupió Dalí en aquel cuadro suyo de juventud. Oyéndolo, diría que Dalí le cautiva casi más que su admirado ajedrecista Bobby Fischer. Fischer es otro caso extraordinario: su madre, rusa, fue preparada por Stalin para ser un topo en el seno de Occidente, y esa mujer tuvo un bebé maravilloso con el que quería demostrar al capitalismo la grandeza del marxismo. Se instalaron a vivir en Mobile, un pueblecito de Estados Unidos con apenas cuatro habitantes. Ese niño, Bobby, acabaría rebelándose y abominando del infame, de Stalin. ¿Qué hace ahora Fischer? Le acusan de ser un racista. Vive perseguido por la justicia, escondiéndose aquí y allá. Él quiere que todos los blancos vuelvan a sus tierras de origen, y los negros también, y que en Norteamérica queden sólo los indios. Me decía que la matemática y el ajedrez son barómetros del mundo, y añadía usted a la lista el teatro. ¿Sí? Sí. Y ahora hay un renacimiento en la dramaturgia. Lo que viene ahora es un Fausto femenino. ¿Un Fausto femenino? Sí. El Fausto de Goethe pacta con Dios o el demonio tener una polla más larga, pero ahora llegan mujeres bellas e inteligentes (y que hacen felaciones como frambuesas) que ¡piden ser buenas!, ¡piden a Dios la bondad! ¿Increíble, no le parece? Para nosotros es algo incomprensible, claro: ¡en francés, "buena" es como se llama a una criada! La bondad es algo que a nosotros nos parece absurdo. ¡Pero lo que le digo realmente está sucediendo!
acerca del autor
Fernando

Fernando Arrabal nació en Melilla (Marruecos) en 1932, de padre republicano y madre franquista. Su padre era oficial del ejército español. Desde 1954 reside en París. Algunos títulos de sus dramas: "El cementerio de automóviles", "La comunión solemne", "El arquitecto y el Emperador de Asiria"... Sus películas: Viva la muerte", en la que describe su infancia, atormentada por la desaparición de su padre durante la guerra civil española y la dictadura franquista. Además es poeta y pintor, como lo muestra el voluminoso libro de arte, "Arrabal espace", editado en francés en 1993 por Ante Glibota, y que presenta su obra literaria, dramatúrgica, cinematográfica y artística. Recibió el Premio Nacional de Teatro 2001 y el Premio Nacional de Literatura Dramática 2003 de España.