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Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
2 1 2018
El sueño de Karen por Uriel Antonio

Eran las 2 de la tarde, justo a la hora de salida de la secundaria. Llegó Mateo, en aquel carro, un Nissan x-trail modelo 2012.
—Karen —dijo él, en forma de saludo (hacía mucho tiempo que no se hablaban)
—¿Ah?, ¡hola! —respondió ella indiferente al saludo.
Es impresionante como las amistades cambian de un momento a otro. Ahora todo parecía diferente, él había conquistado a la chica (la chica de sus sueños).
Esmeralda tan bonita como siempre, ella era una mezcla de Serena (no importaba que llevara puesto ese estúpido uniforme verde de la secundaria o alguna prenda anticuada, ella siempre se veía bien con todo) y Blair (por tratar de ser la más inteligente aunque en realidad sea una perra, pero hay que admitir que también era muy decidida).
—Mira —dijo Karla, mientras salían del colegio. Señalaba a Mateo y a Karen.
Karla, la mejor amiga de Esmeralda, siempre se metía en asuntos que no le incumbían (bueno, al menos para ella era importante ser chismosa). Su parecido con Paola (la de la novela “Míralo con mis ojos”) era impresionante, no solo en lo metiche, sino también en su aspecto físico.
—Ya lo vi —dijo Esme— en serio que es una zorra.
Ambas se acercaron al carro, y mientras caminaban iban secreteando y riéndose burlonamente.
—Hola cariño —dijo Esme, dándole un apasionado beso a Mateo.
Karen se limitó a hacer un gesto de confusión y asqueo mezclado con la compasión hacia su viejo amigo.
—¿Nos vamos? —preguntó Esme.
—Sí —respondió Mateo; al girarse para subir al carro, se detuvo y se volteó para decirle a Karen: —.¿Quieres venir con nosotros?
Karen solo pudo soltar una pequeña sonrisa, pero cuando vio el rostro indignado de Esme, se puso seria como si hubiera dejado de respirar.
—No, gracias. Mejor caminaré.
—¡Mat! ¿Ya? —dijo Esme, desesperada. Pero Mateo no hizo caso.
—Vamos—dijo él a Karen—, no aceptaré un no como respuesta.
Él se acercó a ella, la tomó de la muñeca izquierda y la condujo hasta la puerta derecha del automóvil. Abrió la puerta y ella entró, sin pensarlo y se sentó en el asiento trasero. (Mala idea, siempre debes de pensar dos veces antes de actuar).
Dentro del vehículo, el silencio (incómodo y tenso) duró quince segundos que parecieron treinta minutos. Pero todo se relajó cuando "Castle of glass" comenzó a sonar en el viejo auto-estéreo Sony del auto. Entonces todo, se tornó gris como una película de los 50 y de cierta forma sin sentido, lo que Karen veía a través de la ventanilla, no era Coalinga. Más bien a la 198 cerca de Cooper Canyon.
Karen empezó a sudar y a sentirse extraña, estaba muy nerviosa. Pero no lo demostró cuando Mateo la miró a través del retrovisor interior.

Bring me home in a blinding dream
Through the secrets that I have seen
Wash the sorrow from off my skin
Show me how to be whole again.

Castle of glass sonaba cada vez más alto.
La puerta del lado donde iba Karla, se abrió y ella salió dando un grito de ayuda, Karen volteó para verla por la ventana trasera y la vio dar vueltas por el asfalto, también pudo ver la sangre que salía por su boca, y por un momento ella oyó (o sintió) cómo se quebraban los huesos de Karla.
Entonces las risas se dispararon de forma macabra y tan fuerte que lastimaba sus oídos, y a cada segundo las risas de Mateo y Esme se volvían más lúgubres. Ellos se voltearon a ver con ojos burlones y desorbitados. Karen se cubrió los oídos con sus manos y cerrando los ojos empezó a gritar desesperadamente.
La puerta de su lado se abrió y por la velocidad, el viento la arrancó. Karen seguía sin abrir los ojos, y sintió como el aire la agarraba y la jalaba hacia afuera. Ella salió volando, fue cuando una chispa (una idea) se encendió en su cabeza.
Antes de caer al suelo, mientras aún oía sus risas, Karen gritó a todo pulmón: —¡Es un sueño! ¡Es un sueño! ¡Es un sueño! —y abrió los ojos.
El sol brillaba, pero a ella no la molestaba, porque estaba bajo la sombra de un hermoso árbol verde y frondoso.
—Ah ¿ya despertaste? —exclamó Mateo, sin despegar los ojos del cielo. Estaba cuidando su cometa de papel que volaba en el aire.

acerca del autor
Uriel

Uriel Antonio, Huauchinango Puebla, México, 1999. Es un joven escritor que actualmente estudia en la Ciudad de México. Auto-publicó su primer libro titulado “Míralo con mis ojos” en Amazon, en el 2016. También ha colaborado con algunos cuentos en la plataforma Wattpad, reuniéndolos en una antología “Narraciones Cortas”.