A los que piensan en los comerciales como una lacra les invito a leer este libro, con la esperanza de que modifiquen su distorsionada imagen de nosotros. Y a los que trabajáis de comerciales, sin ser vuestro objetivo, espero que os muestre el camino hacia disfrutar de una amena profesión.
Yo no estudié con la intención de llegar a ser comercial, pero llevo muchos años vendiendo, visitando clientes, realizando ofertas, defendiéndolas y consiguiendo pedidos, lo que me ha proporcionado una amplia experiencia en el mundo de las ventas. He tenido buenos y malos clientes, ventas fáciles, imposibles, arriesgadas, divertidas... de todo tipo; he compartido muchas vivencias y fantásticas experiencias con compañeros, técnicos, distribuidores, etcétera. Sin su ayuda, no habría conseguido todo lo obtenido.
Me he levantado del sofá, apagado la tele, sacado el gayumbo del culo y echado una gran meada mientras en mi mente se formaba la idea de que los comerciales somos empleados muy importantes y necesarios para una empresa, aunque las dichosas multinacionales nos vean como una cifra y consideren que otra tercera pueda diseñar un guion, a base de billetes, para que ejecutemos las órdenes y vender más, cuando la verdad es que la mayor venta la consigue quien disfruta de su profesión.
Por eso, tras los muchos años de comercial y por creer que estoy en un buen momento de mi vida, me atrevo con las páginas de este libro, a contar estas vivencias siempre con la esperanza de que mis ideas y aventuras puedan ayudar a quien las lea... o por lo menos para que le diviertan.
No quiero aburriros con el resto de mi vida laboral, aunque encontraréis entre estas páginas divertidas anécdotas acontecidas durante ella. Un último apunte a mi presentación que es importante para entenderme. La gente se preguntará por qué "Corrupto" en el título del libro, con lo mal que suena esa palabra hoy en día en este país, con tanto caso de los ERE, el Noos, la Gürtel, etc. Un corrupto no está bien visto por la sociedad y por eso quiero explicar a qué viene en mi caso, independientemente de que a día de hoy, conduzco un deportivo, vivo en zona pija y hago, laboralmente, lo que me da la gana.
Todo viajante sabe lo triste que puede ser cenar solo sin nadie con quien hablar, mirando el correo en el smartphone para estar un poco conectado y no sentirse en un vacío espacio-temporal. Pero este no fue mi caso cuando llegué a Buenos Aires, la gente de allí me acogió con los brazos abiertos, siempre me cuidaban y se preocupaban por mí. Me llevaban a cenar, a tomar unas copas, siempre pendientes de que estuviera a gusto y contento. Y claro que lo estaba. Buenos Aires es una ciudad preciosa, con grandes avenidas, inmensos parques, edificios llenos de historia y encanto, y qué decir de los argentinos, muy acogedores y divertidos, carácter latino. Y si mencionamos a la argentina... mujer espectacular, presumida, muy cuidada. Vamos, que te puedes encontrar una cantidad de preciosidades, normal, no me extraña, porque cada dos cuadras te encuentras un gimnasio, y están llenos. La mujer argentina se cuida mucho, se preocupan mucho de su cuerpo y yo de mirarlo. Vas paseando y no puedes parar de ver monumentos y riquezas arquitectónicas. Además con ese acento que tienen tan suave, tan dulce, ese deje y esas palabras utilizadas tan diferentemente. Te hace que sea un placer tratar de ligar en Buenos Aires. Aunque no consigas el objetivo te habrás pasado un rato divertido hablando con las porteñas.
El tema es que yo era joven y lleno de energía. Día tras día soportaba sin problema las largas jornadas de trabajo seguidas de las salidas nocturnas del "después", que desembocaban en resacas (ahora me duran dos o tres días hasta poder volver a salir de juerga, será la edad). Pero por aquel entonces podía con todo, trabajábamos duro, me pasaba las horas de sol, de visitas con sus comerciales, de cliente en cliente contando nuestro rollo, escuchando sus problemas y consiguiendo venderles algún producto. Se nos daba bien, pues los argentinos tienen mucha labia y yo mucho morro, era una gran combinación para conseguir vender. Como eso se nos daba bien, se sentían muy agradecidos y siempre me sacaban a cenar y de joda (juerga). Lo cual, estando en una ciudad como Buenos Aires es siempre un placer. Las calles llenas de gente, los bares repletos de gente sonriente y afable. En cualquier sitio podías ponerte a charlar con alguien y pasar un rato agradable, aunque yo tratara de hacerlo con alguna preciosa porteña.
Cuando uno está en su casa, en la ciudad donde trabaja y vive, no le apetece estar todo el día fuera, quieres salir de la oficina e irte al gimnasio, echar un partido de fútbol, de pádel o cualquier otro deporte e irte a casa a descansar. Pero como llegaba el "gallego" (así es como llaman a los españoles en Argentina), alguien de la empresa distribuidora tenía que acompañarme y sacarme a cenar y de joda, para lo cual tuvieron que organizarse. De no ser así, no aguantaban todas las noches saliendo y luego laburando. Tenían sus familias y sus quehaceres. Era duro para ellos tener que estar pendientes del "gallego" 24 horas al día. Entonces empezaron a turnarse y así poder salir yo todas las noches. Y como siempre alguno tenía que sacarme, me apodaron el Gallego Corrupto. Pues cada vez que iba a Buenos Aires alguien le corrompía para irnos de juerga. A veces venían casi todos, los fines de semana, pero entre semana alguno tenía que sacarme de juerga y debían relevarse o acabarían quemados. Pero la verdad es que siempre hubo alguno de ellos conmigo de juerga.
Cada vez que llamaba para avisar que iba allí, empezaban a hacer planes y seleccionar a quien corrompía cada noche, porque no perdonaba ni una en el hotel. Era joven y Buenos Aires tiene todo lo que me gusta, buena cocina, edificios encantadores, mucha historia y sobre todo, bares y bellas mujeres.
Eso fue lo que provocó el apodo del Gallego Corrupto, salir todas las noches de joda por Buenos Aires y que alguna de aquellas maravillosas personas me acompañase.
Por eso les doy las gracias a todos mis amigos argentinos, que hacen que tanto cariño le tenga a ese país: Dami, Maty, Leo, el Palmera, Adriana, Carolina, Alejandra, Fernando, Oscar y otros.
Jorge Criado Martínez, nació en Madrid. Trabajó en varios ramos diferentes como producción audiovisual, atención al público y para acabar desarrollando una extensa carrera comercial. Durante esos años de experiencias en varias compañías y con un sinfín de momentos acontecidos con clientes, le nace la necesidad de plasmar en un libro la experiencia adquirida. Entusiasta del humor y la comedia, el cine, la literatura y el teatro, pretende con su obra amenizar al lector, sumergiéndolo de forma divertida en los embrollos de la profesión de comercial. Sus vivencias entre visitas, reuniones y viajes alrededor del mundo, le ha permitido disfrutar de grandes experiencias laborales dentro y fuera de España.