Según Peter Trawny —que publicó en Alemania los Cuadernos negros del filósofo alemán Martin Heidegger—, ya no cabe duda de que su obra está impregnada de antisemitismo. Durante mucho tiempo, se ha creído posible separar la filosofía de Martin Heidegger (1889-1976), por un lado, y su compromiso político, por el otro. Esta posibilidad ha dejado de existir. La publicación de los Cuadernos negros, treinta y cuatro cuadernos en los que Heidegger expresa su pensamiento desde 1930 hasta aproximadamente 1970, ha vuelto a orientar el debate sobre su obra, su visión política y, sobre todo, la relación que éstas mantienen entre sí. En estos Cuadernos, el antisemitismo de Heidegger revela su particular naturaleza.
No se trata de enunciados dispersos en un diario íntimo ni de notas personales del filósofo cuidadosamente escondidas mientras estaba vivo. Los Cuadernos son parte integrante de la obra filosófica desarrollada por Heidegger, y las tesis y expresiones antisemitas que pueden encontrarse en la mayor parte de dichos Cuadernos y que van desde 1938 hasta 1941, se inscriben directamente en el "pensamiento del ser" del filósofo. ¿Significa por eso que este alarde de antisemitismo es simplemente la otra vertiente —que parece natural— de su compromiso con la política nazi, política que nunca condenó públicamente? Otros dos problemas surgen inmediatamente evocando que el "asunto Heidegger", si realmente hay un asunto, es principalmente una cuestión del pensamiento: ¿Por qué, por una parte, no se encuentran tantas huellas visibles de esta dimensión antisemita en las obras y los seminarios que Heidegger publicó o se proclamó durante los años en que el antisemitismo era oficial bajo el Estado hitleriano? ¿Por qué, por otra parte, quiso conservar sus reflexiones tal cual aparecen en los Cuadernos, cuya publicación deseó que solo fuese póstuma y como final de su obra completa? A la espera de que aparezca la primera serie de los Cuadernos negros en Francia, los dos ensayos firmados por Peter Trawny —editor de los Cuadernos de la edición alemana de las obras completas de Heidegger— dan una respuesta con la que es posible tomar la medida del antisemitismo del filósofo y pensar sobre ello.
Este "vagabundeo" del pensamiento
Muy cerca de lo que han encontrado algunos filósofos franceses —especialmente, Philippe Lacoue-Labarthe— en la lectura de Heidegger, el método de Trawny consiste en una explicación del hombre y la obra que se leen en conjunto para comprender la razón de este "vagabundeo" del pensamiento. De ese modo, Trawny lleva a cabo un análisis sistemático de aquellos fragmentos de los Cuadernos en los que se alude al "judaísmo internacional". Si se sigue el hilo de dicho análisis, Heidegger hizo de dicho "judaísmo internacional" un elemento antagónico del destino histórico que describió como el "ser". Según el autor alemán, este "judaísmo" —conspirador por definición— deberá ser superado por el mismo movimiento de superación metafísica que sacará al hombre occidental del reino del "ente" y lo llevará hacia el "ser" y a su eclosión. Procediendo de tal manera, y esta es la tesis central de Trawny, el filósofo "incluye su antisemitismo en la historia del 'ser'".
La historia en la que Heidegger concibe la relación del hombre con el "ser" es primordial e, incluso, un "relato verdadero", una saga ontológica y hasta una mitología en el sentido original del término. Los dos héroes míticos son el griego y el alemán. El primero corresponde al momento del inicio, y el segundo, al del final. En este último, el hombre volverá de nuevo hacia el "ser" mediante una revolución existencial (espiritual). Cuanto más nos acercamos a ese final, el hombre está más alienado en relación a sus orígenes y sumergido en un mundo en el que el reino del "ente" está en pleno apogeo. Con su racionalismo calculador, su tecnicismo y su cosmopolitismo llevados hasta las últimas consecuencias, los tiempos modernos representan el momento terminal en la historia del "ser". El maquinismo, el americanismo y... el "judaísmo internacional", he aquí los síntomas de esta época de desamparo. En este contexto mitológico, la figura del judío deviene, para Heidegger, la imagen ideal del hombre apegado al reino del "ente", y el olvido del "ser" y la ausencia de patria se armonizan y refuerzan recíprocamente.
A estas peripecias de la historia del "ser", el mito del judío tiene interés, según Trawny, porque le da un contenido metafísico a esta vida moderna y vacía de sentido. Sería ese "sujeto calculador, desprovisto de mundo, dominado por el maquinismo" que se supone ha construido un refugio en el espíritu por el cálculo [...] este 'refugio' del cual se puede afirmar que representa el objetivo de 'ataque' de Heidegger". En efecto, para el filósofo alemán, el problema racial se convierte en central cuando el maquinismo subyuga así a la vida del hombre.
El "judaísmo internacional" y el nacionalsocialismo
Entendemos por qué el "judaísmo internacional" y el nacionalsocialismo son confrontados por la crítica heideggeriana como dos modalidades del "pensamiento de raza". Desde el punto de vista de la historia del "ser", el nazi y el judío se ponen en el mismo plano y la hostilidad entre ambos "resulta de una competencia onto-histórica". El análisis de Trawny muestra que el cuestionamiento filosófico del nacionalsocialismo emprendido por Heidegger desde 1930 y después del período de su rectorado es, en realidad, la otra vertiente de su antisemitismo inscrita en la historia del "ser" —que tuvo cuidado de no mezclar con el antisemitismo racial del discurso nazi—. Simplemente, la figura del nacionalsocialista en su pensamiento no es menos mitológica que la del judío.
¿Hay que deducir de ello que toda esta elaboración mitológica no hace más que servir con una jerga metafísica el odio notorio del filósofo hacia los individuos judíos? Las contradicciones en la vida de Heidegger —como su profunda amistad con algunos pensadores y poetas judíos, desde Hannah Arendt hasta Paul Celan— alertan, según Trawny, contra esta mirada reductora. Una respuesta que da mucho más que pensar es que el mito heideggeriano del judío no tiene rostro; más bien, aparece como el antagonista de la historia del "ser", pero no se refiere a nadie concreto en la realidad histórica.
Por consiguiente, la cuestión de la responsabilidad de la filosofía se plantea en esta etapa: es el nudo del caso Heidegger. En su otro ensayo corto, La libertad para vagar con Heidegger, Trawny vuelve a este punto: con Heidegger, la filosofía no conoce ninguna otra responsabilidad que la de una moral en el sentido extramoral, la verdad cuya investigación implica la aventura permanente del pensamiento, su deambular sin límites. Según Trawny, por tanto, la elección es obligatoria: o pensar con Heidegger o mantener un cierto principio de responsabilidad como una restricción normativa del pensamiento y de la acción que deben desprenderse de ello. Tal es "la frontera, bien definida a partir de ahora", después de la publicación de los Cuadernos negros.
Ahora bien, frente a este dilema —que, en sí mismo, esquiva al desafío de la confrontación con el pensamiento heideggeriano en toda su riqueza e importancia—, una verdadera elección filosófica consistiría, quizá, en volver a pensar en la relación de la verdad y el pensamiento con la verdad y la responsabilidad. Tanto más que nos encontramos aquí con una antigua pregunta que obsesiona a la filosofía desde Platón: ¿Qué relación se puede establecer entre la ontología, este pensamiento de la verdad y la ética? En el caso de Heidegger, se plantea de nuevo a la filosofía, aunque con otra intensidad. "Como Platón en Siracusa" fue el título del artículo redactado por el también filósofo alemán Hans-Georg Gadamer y publicado en Le Nouvel Observateur en enero de 1988. Como muchos otros, Gadamer explicaba en dicho artículo el compromiso político de Heidegger comparándolo con la estadía del filósofo griego en el palacio del tirano Denys I. Salvo que la publicación de los Cuadernos negros ha cambiado por completo las cartas, nos preguntamos si tal comparación con Platón soporta el acontecimiento del exterminio, que no es un mito filosófico en sí.
Martin Heidegger, Messkirch 1889 – Todtnauhaberg (Alemania) 1976. Filósofo alemán. Discípulo de Husserl, su indiscutible preminencia dentro de la filosofía europea se ha visto marcada por la polémica, sobre todo la de su adhesión al régimen nacionalsocialista. La renuncia al Rectorado de la Universidad de Friburgo, muy poco después de ocuparla, no evitó que en 1945 fuera destituido como docente, tras la ocupación de Alemania por los aliados. Sólo en 1952 se reincorporó. La obra de Heidegger está separada en dos períodos distintos. El primero viene marcado por “El ser y el tiempo” (1927), obra que, pese a quedar incompleta, plantea buena parte de las ideas centrales de todo su pensamiento. En la segunda etapa, el filósofo estudia la historia de la metafísica como proceso de olvido del Ser, desde Platón, y como caída inevitable en el nihilismo. Entre sus obras están “Kant y el problema de la Metafísica”, “Qué es la Metafísica?” (1929). Libros publicados en francés, "Les hymnes de Hölderlin 'La Germanie' et 'Le Rhin' (1935), “Qu'est-ce qu'une chose?” (1935-36), "Nietzsche", (1971), "Hegel: la négativité, éclaircissement de l'Introduction à la 'Phénoménologie de l'esprit de Hegel" (1942).