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Web y multimedia
3 2 2014
La amistad cuestionada por Facebook por Frédéric Joignot

¿Mis cien amigos son mis amigos? Cuando se le preguntó al filósofo André Comte-Sponville (1) que ha escrito mucho sobre la amistad, si tiene un círculo de amigos en línea, respondió enérgicamente: “Mis hijos crearon, sin consultarme, mi página de Facebook. En las horas que siguieron, recibí tres mensajes de desconocidos que me preguntaban si yo quería ser su amigo. Me pareció una invasión insoportable e iba en sentido contrario a la amistad. ¡Cerré inmediatamente mi página!”.
Según el filósofo, las relaciones que se cultivan en la red social son "superficiales". "Tienen poco que ver con la ‘amistad soberana y perfecta’ de la que habla Montaigne, la que ha vivido con La Boetie, y sobre la cual dijo: ‘¡Esta amistad de la que hablo es indivisible, cada uno se entrega por entero a su amigo, no le queda nada para disfrutar con otros’”.
Teniendo en cuenta esta amistad rara y apasionada y las redes que anuncian más de cien "amigos", los usuarios de Facebook parecen pletóricos e inacabados. “Una verdadera amistad no puede extenderse indefinidamente”, prosiguió. Aristóteles decía: “No es un amigo quien es amigo de todos”, ni por cierto añadiría que es un amigo de una multitud. “La amistad implica mucha confianza, sinceridad, intimidad y tiempo para que pueda ser compartida con decenas de personas. Un amigo no es sólo alguien con quien hablo o escribo, sino una persona con quien practico algunas actividades comunes, un paseo, un deporte, un juego, una comida. ¿Cómo imaginar que una pantalla pueda bastar o se dependa de ella para eso?”
El filósofo concluye con un cuestionamiento preocupado: “Es mejor tener amigos virtuales que no tenerlos, pero sería peligroso y triste de contentarse con eso. Es mejor tener amigos reales que centenas de amigos virtuales en Facebook”. André Comte-Sponville resume la desconfianza que suscita todavía en muchos padres de familia, en los pediatras y los filósofos el éxito masivo de las redes sociales como Facebook, Google+, Twitter, Tumblr, Instagram o LinkedIn. Según la edición de 2013 del informe "Tendencias de Internet" de los analistas Mary Meeker y Liang Wu, Facebook cuenta hoy con más de mil millones de usuarios activos.
Otros investigadores e intelectuales hacen oír sin embargo una voz más entusiasta. La filósofa Anne Dalsuet, autora del ensayo “¿Estás en Facebook? ¿Qué es lo que las redes sociales han cambiado a la amistad?” (Flammarion, 2013), no comparte la idea de que la amistad sea única o que las relaciones virtuales se opongan a la realidad. "La opinión según la cual una amistad en línea sería artificial parece haber sido superada a la hora de implantar el Internet móvil. Hoy, millones de personas viven en proximidad permanente con sus seres queridos, intercambian textos (mensajes cortos), imágenes y hacen citas a través de sus celulares. Es una forma de intimidad mantenida a distancia. Estas relaciones se prolongan y refuerzan los lazos de amistad ya existentes y las diversas formas del amiguismo".
Para la filósofa, una nueva "cronología afectiva" basada “en la inmediatez y el diálogo", se ha instalado a través de las redes sociales. "La sociabilidad no consiste más en verse cara a cara físicamente: cada uno se encuentra sumergido en el centro de una comunidad virtual de parientes que viven con ellos en una verdadera “copresencia digital". "Es una nueva manera de estar en el mundo”, dice Anne Dalsuet. “Vea la página de inicio de Facebook. Cada usuario la personaliza con fotos, vídeos, música, como decora su habitación. Es un lugar sociable donde invitamos a nuestros verdaderos amigos y a nuestros cómplices con los que intercambiamos durante el día de una manera divertida y cool. Es un nuevo comportamiento, una experiencia espacio-temporal completamente real e inédita”.
El psiquiatra y psicoanalista Serge Tisseron, director de investigaciones en la Universidad de París VII, especialista de la adolescencia, que dirigió la redacción del libro “Subjetivación y empatía en el mundo digital” (Dunod, 2013), propone un análisis cercano: "La presencia en carne y hueso no es la única referencia o la principal, para todos aquellos que se encuentran en las redes. Para las nuevas generaciones, los "chats" en línea son íntegramente reales, cargados de afectividad. Por otra parte, la crisis tradicional de la adolescencia se ha transformado con Facebook. Hoy, los jóvenes llevan una vida paralela y colectiva en su ordenador, crean su propia comunidad de amigos, una especie de nueva familia a través de las redes sociales."


El "yo" en la Red
La invención del teléfono suscitó temores: ¿crearía relaciones artificiales? Hoy en día, la misma crítica se aplica al uso de Internet. Pero una amistad virtual no es forzosamente irreal.
En “¿Qué es lo virtual?” (La Découverte, 1995), luego en la “Cibercultura” (Odile Jacob, 1997), el filósofo Pierre Levy, especialista de inteligencia colectiva, ya demostraba que los mundos virtuales, lejos de ser desmaterializados, eran ricos en posibilidades —"virtual" también significa "potencial"—. “El hecho de que los ordenadores o computadoras, a diferencia de las pantallas de televisión pasivas, sean interactivos ha transformado al espectador de ayer en actor sociable de Internet. El individuo se convierte en un emisor y en un productor de contenidos, pero también de afectos. Si Facebook destruye las relaciones epistolares, se han diluido las amistades desde hace algunos siglos. ¿Por qué limitar la realidad a los cuerpos masivos, actuales, que sólo pueden ser identificados en el espacio?"
Según el autor, la oposición entre lo virtual y lo real fue superada. Hoy, las redes de mensajería se han asociado a la geolocalización, ya que permiten de encontrarse físicamente en cualquier momento facilitando los intercambios entre el mundo de los amigos virtuales y el encuentro IRL (In Real Life: “en la vida real”) ya sea para una cita, un paseo entre amigos, tomar un aperitivo improvisado o un flash-mob. Con las laptops, tabletas, pantallas táctiles, sin olvidar Skype y su comunicación por vídeo, vivimos ahora en una "realidad aumentada" donde las informaciones y las relaciones que circulan en Internet interactúan con el medio ambiente, en un mundo cibernético cerrado sobre sí mismo.
Pero, ¿qué responder a la crítica de la falta de sinceridad o inautenticidad de las amistades tejidas en Internet? Especialista de la aproximación filosófica a las tecnologías digitales, Stéphane Vial, profesor de la Universidad de Nimes y autor de “El ser y la pantalla. Cómo lo digital cambia la percepción” (PUF, 2013), considera que los desarrolladores de Facebook han ganado un desafío audaz designando a través de las palabras "amigo" y "amistad", el enlace que se proponen construir en línea. "Al principio, se trataba de desarrollar contactos entre estudiantes, querían provocar un apego emocional más intenso, más afectivo y ¡la historia ha demostrado que tenían razón! Los usuarios inventaron rápidamente todas las posibilidades de vínculos, que van desde la fraternidad a la relación más profunda".
Cuando se le opone la autenticidad de la amistad según Aristóteles, Stephan Vial ironiza: “Pero, ¿qué nos dice Aristóteles? Que la amistad es una relación afectiva ‘necesaria para vivir’, y que ‘ese bien por más valioso que sea’ constituye uno de los fundamentos del vínculo social. Me parece que las redes sociales demuestran, de manera sorprendente, que ¡Aristóteles tiene razón! En todo el mundo, los ‘amigos’ de diversos orígenes se pueden volver a encontrar en línea, se conocen, se aproximan, luego se reúnen para tomar una copa. ¿Por qué encontrarse por casualidad en un bar, como antes, sin pasar por Internet, debe ser la única manera de establecer una relación verdadera?"
La filósofa Anne Dalsuet señala, por su parte, la búsqueda de la sinceridad en el hecho de que la mayoría de los usuarios de la red mantienen un espacio y un correo electrónico privados a los que acceden un pequeño número, o todavía buscan en Internet a sus amigos de infancia, o los que han perdido de vista, o el primer amor. Eso traduce un deseo de mantener y de renovar las relaciones que no sean superficiales. “También es una manera de recrear su historia personal, de enriquecerla con los demás, de reconstruir esta hermenéutica y este relato narrativo del que habla el filósofo Paul Ricoeur (1913-2005)”, añade Anne Dalsuet.
En el sitio “Historias de Facebook”, que se refiere a "quienes utilizan Facebook de una manera extraordinaria", decenas de anécdotas muestran cómo la red social puede a veces contribuir a restaurar el universo afectivo de las personas en busca de amistad. Maya Sharma, un joven indio enfermo de meningitis, había perdido la memoria. Al intercambiar mensajes en línea con sus amigos y sus parientes fue recuperando fragmentos de su pasado y pudo reconstruir su personalidad. Sylvia, divorciada y madre de dos hijos, se puso a buscar a su primer amor, Serge, a quien conoció a los 15 años. Lo volvió a encontrar en la red, desde entonces viven juntos. En estas historias no hay nada de inauténtico.
Por supuesto, no encontramos en “Historias en Facebook” las anécdotas de "amigos" que han propalado chismes devastadores o intentado destruir una reputación, ni las críticas feroces en las redes sociales e Internet descritos por el escritor estadounidense Jonathan Franzen, quien ha denunciado en un artículo publicado por el diario The Guardian en septiembre de 2013, el excesivo consumo de las tecnologías "adictivas y alienantes”. Ni los ensayos del psicólogo americano Jean M. Twenge —“Generation Me” y “La epidemia del narcisismo” (Simon & Schuster, 2006 y 2009)— que observa que en el uso de las redes sociales existe una forma de promoción egolátrica y ombliguista: más que amigos, los usuarios buscarían en las redes a “seguidores” para valorizarse a sí mismos.
Un antropólogo británico, Daniel Miller, parece no obstante dar razón a los defensores de las redes sociales. En su libro “Cuentos de Facebook” (Polity Press, 2011), estudió los usos en la isla de Trinidad, situada cerca de Venezuela. En Santa Ana, un pueblo aislado plagado de tensiones entre vecinos, Facebook ha permitido a los jóvenes reunirse, ayudarse unos a otros para revisar sus cursos y jugar en línea, a pesar de las viejas disputas familiares. En Tunapuna, una pequeña ciudad donde cada uno vivía su vida en su rincón, Facebook ha ayudado a mejorar los intercambios entre amigos. Según Daniel Miller, las redes sociales se han escapado de sus creadores y de ahora en adelante pertenecen a las comunidades que, desviándolas, han desmentido a quienes afirman que las relaciones de amistad individuales y colectivas se deterioran debido al uso de las nuevas tecnologías y debido al individualismo.
En “El ser y la pantalla”, Stephane Vial piensa que una verdadera "terquedad tecnofóbica" paraliza todavía la reflexión sobre las interacciones entre los seres humanos y las máquinas. "Los que todavía consideran”, subraya Vial, “en la línea de los pensadores reacios a la tecnología como Martin Heidegger y Jacques Ellul (2) que las nuevas tecnologías nos alienan o falsifican las relaciones humanas olvidan que en cada época hemos sido moldeados por las técnicas de comunicación y de transporte. Siempre estuvimos bajo la influencia de lo que el filósofo Peter Sloterdijk llama ‘antropotécnicas’ en el sentido de que las tecnologías de una época afectan a nuestro ser así como a nuestro comportamiento."
El teléfono es un buen ejemplo. "Al principio”, prosigue Stephane Vial, “muchas personas lo consideraban engañoso, perturbador o frívolo, y detestaban usarlo. El hecho de que facilitara el acoso y las escuchas telefónicas de la policía no le impidió cambiar radicalmente nuestro modo de vida, de trabajo, de amar, desempeñándonos como seres hablantes. Desde entonces, ‘hablar sin verse’ se convirtió en un ‘elemento natural’ de nuestra cultura. Esta nueva práctica enriqueció las maneras de comunicarnos. Sucede lo mismo desde nuestra entrada en el mundo digital, a pesar de que muchos se nieguen a reconocerlo”.
Al terminar una encuesta iniciada en el año 2000 sobre el uso de las redes en Canadá, el sociólogo Barry Wellman, co-autor de "Network", (The MIT Press, 2012), ha querido distinguir la socialización antes y después del arribo de Internet. Según él, vivimos hasta los años 1980 en una sociedad de "cajitas" —una expresión tomada de la canción burlona de Malvina Reynolds, “Little Boxes” (1962). “En estos universos cerrados —las familias, las empresas, las colectividades— los individuos mantenían vínculos fuertes, mostrándose a menudo ‘conformistas y uniformes’."
Con el advenimiento de la Web en los años 1990, pasamos a una sociedad de "individualismo en la red", en el cual el "lazo social intenso", tradicional y amical, se completa con los "eslabones débiles", numerosos y variados, pero también densos e indispensables. Incluso si se mantienen enfocados en una comunidad o en una familia, los individuos conectados construyen puentes hacia otros grupos, se hacen nuevos amigos de larga duración o durante el tiempo de una experiencia compartida, se enfrentan a influencias inéditas a formas de vida sorprendentes y a relaciones inusuales. Reorganizan la amistad, en su diversidad y hasta revelan nuevas formas.
El auge actual, masivo, de las redes de encuentros amorosos y sexuales refuerza estos análisis. Dichos sitios permiten desarrollar, como lo demuestran las encuestas y las anécdotas del sociólogo Jean-Claude Kaufmann del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) (“Sex@mour”, Armand Colin, 2010) o del profesor en Ciencias de la Información Pascal Lardellier (“Redes de corazón. Sexo, amor y seducción en Internet”, Francois Bourin, 2012), una paleta de amistades eróticas que parecen adaptarse a las búsquedas de "personas en la red".
De este modo, los sitios para solteros Adopteunmec, Edarling, Atractivo Mundo o Meetic, con centenas de miles de visitantes, ayuda a los solitarios a construir, después de varios intentos o como consecuencia de reuniones nocturnas organizadas entre miembros, una relación, si es posible durable. Otras plataformas, como Gleeden (600.000 visitantes registrados en Francia), reúnen a las personas casadas que buscan amistad sexual —un amante o una amante— incluso una aventura amorosa sin futuro. En cuanto a la red Grindr gay, ofrece un servicio de geolocalización de homosexuales que buscan un encuentro inmediato en el lugar donde están.
Gracias a estos sitios, la persona conectada establece aventuras afectivas y sexuales que puede continuar o abandonar a merced de los encuentros. Esta vez, facilitada por las redes especializadas, encontrará variedades de amistad —intensa o pasajera— que son posibles y pueden ser exploradas. Nada artificial. En “Las redes de corazón”, Pascal Lardellier muestra cómo el momento de “la aproximación en línea", lejos de ser inauténtico, permite descubrir al otro sondeando con profundidad su espíritu y sus cualidades. "A las mujeres les gusta estos intercambios epistolares, explica, detectan las faltas de ortografía o de gusto, se hacen rápidamente una idea precisa sobre la personalidad de su interlocutor. De hecho, Internet promueve la selección social por afinidades". Añade: “Antes, para hablar de amor o de amistad, primero uno tenía que encontrarse ‘de verdad’. Hoy, uno se libera de inmediato de eso para elegir mejor sin la pesadez física del ligue o del ‘levante’ (3)”.
Las amistades sentimentales y eróticas no son las únicas en adoptar otras formas gracias a las redes sociales y a la interactividad. La amistad entre supuestos enemigos, incluso entre los pueblos, sigue la tendencia. Así, el israelita Rashpin Mehina (nombre real Ronny Edry) ha creado en marzo de 2012 una página de Facebook donde se le puede ver a él con su hija, sonriente, encima del lema: "Iraníes, nunca bombardearemos vuestro país. Los queremos”. Hasta la fecha, la página "Israel loves Irán" ha obtenido 116 479 “me gusta”.


(1) André Comte-Sponville (París, 1952), filósofo materialista, racionalista y humanista. Autor de más de treinta obras.
(2) Jacques Ellul (Burdeos 1912-1994), profesor universitario de derecho, sociólogo y teólogo protestante. Lector de Karl Marx, pero no adhirió a las corrientes marxistas. En su extensa obra reflexiona sobre la técnica y la alienación en el siglo XX.
(3) Nota del traductor: como se diría en las orillas del Río de la Plata.