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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
1 6 2011
Teoría de las voces por Mario Satz

Alí Rafik y Mulid Tabahi pertenecían a la tariqa La Rosa del Desierto, que recluta a sus miembros sufíes entre los bereberes y los hombres de los oasis. Ambos asistían, como todos los años, a la feria de Wad-i-Rass con el fin vender o intercambiar cada uno lo suyo, momento que aprovechaban para hablar de sus últimos descubrimientos y meditaciones.

—Un hadith atribuido al Profeta —dijo Mulid Tabahi— sostiene que cada ser, cada cosa u objeto tiene su voz, tanto más hermosa cuanto más equilibre su distancia entre los agudos y los graves, cuanto más lejos esté de la tartamudez o del grito, el improperio y el insulto.

—Conocí una vez una voz así —respondió Alí Rafik—; era la de una mujer que vendía sandías diciendo lo buenas que eran cada media hora y sonriendo entre anuncio y anuncio. Cuando le interrogué acerca de por qué no era más activa en el voceo de su mercancía, me dijo que las sandías son menos perecederas que los tomates y por supuesto más dulces, razón por la cual no tienen mucha prisa en ser comidas.

—En determinadas voces humanas —sostuvo Mulid Tabahi— el timbre metálico denota lo cortante de un pensamiento tan compacto como egoísta. Parece como si, cuando terminaran de hablar, un acre sabor a óxido de hierro hubiese dividido el aire en mil sectores irreconciliables.

—Alláh nos libre de tales voces —comentó Alí Rafik—, y también de quienes guardan silencio demasiado tiempo pero cuando hablan es para decir lo mal que va todo. La voz del catastrofista es engolada y, antes de emitirla, si está sentado, mueve el culo para remarcar la apestosa importancia de lo que está a punto de confesar.

—La mejor voz que he oído yo es la del jilguero enamorado —sonrió Mulid Tabahi—, el cual incluso enjaulado trueca la sangre de tus venas por la miel del Paraíso.

—Para mí la más hermosa voz es la del final de las lluvias —sostuvo Alí Rafik—, cuando escuchas cada gota por separado y tienes la impresión de que el tiempo se ha hecho tan lento que no envejeces.

—Por lo visto —agregó Mulid Tabahi—, por lo visto ninguno de los dos opina que la mejor voz es la humana.

—Desde que supe que es posible recitar maravillas —agregó Alí Rafik— y un instante después asesinar, tengo bastante de la Humanidad con soportar la mía.

—Los grillos y las ranas alaben tu sabiduría —sonrió Mulid Tabahi cargando su pipa—. Tienes un año para extrañarme y doce meses para seguir buscando la voz ideal.

Cuando se separaron, el genealogista narraba junto al fuego los cánticos del viento en el desierto. Sus enfados y alabanzas.

 

Mario Satz: El pintor de sonrisas

acerca del autor
Mario

Mario Satz, Coronel Pringles, Buenos Aires, 1944. Es filólogo, ensayista, poeta, novelista y traductor. Tras cursar estudios secundarios en la Argentina, realizó largos viajes por Sudamérica, Estados Unidos y Europa. Entre 1970 y 1973 vivió en Jerusalén, estudiando Kábala, Biblia y Antropología e Historia del Oriente Medio. En 1977 recibió una beca del gobierno italiano para investigar en Florencia la obra del humanista Pico della Mirándola. Nacionalizado español, reside en Barcelona desde 1978, donde se licenció en Filología Hispánica. Colabora en numerosas publicaciones españolas y ha publicado una docena de ensayos, entre los cuales se cuentan Música para los instrumentos del cuerpo (Miraguano, 2000) y Las vocales de la risa (Miraguano, 2001). Es autor, entre otras novelas, de la pentalogía Sol, Luna , Tierra (Noguer, 1976, 1977 y 1978); Marte (Seix & Barral, 1980), y Mercurio (Heptada, 1986). Interesado desde siempre en el humor, investiga los efectos de la risa en el contexto social. Una de sus últimas obras es El Buda de la Risa (RBA, 2005).