Para Delfina Acosta, la poesía es un acto de fe. A través de la poesía se va confirmando como persona, como ser humano, artista que necesita ver y presentir la belleza. Escribió versos desde su más tierna edad, sintiendo ya la imperiosa necesidad de protegerse del mundo y de sus tinieblas por medio de los versos. La lectura de Gabriela Mistral la motivó para escribir y hasta hoy representa para ella una fuente de inspiración. Su mirada poética observa a los seres, la existencia, los éxitos, el amor... Lo único que le parece creíble es el Arte.
Delfina Acosta, Asunción, Paraguay, 1956 Su infancia y su adolescencia pertenecen a su patria chica, el pueblo de Villeta, donde cursó estudios primarios y secundarios. Su primer poemario “Todas las voces, mujer...” obtuvo el Primer Premio Amigos del Arte. Este figura entre las mil obras más visitadas de la Biblioteca Virtual de Cervantes de España. Integró durante mucho tiempo el Taller de Poesía Manuel Ortiz Guerrero dando a conocer algunas obras en publicaciones colectivas. Publicó el poemario “La cruz del colibrí”, prologado por la poeta Gladys Carmagnola. Reunió sus cuentos que obtuvieron premios y menciones en concursos literarios en el libro “El viaje”. Su obra “Romancero de mi pueblo” mereció el segundo premio Federico García Lorca.