En la parte final de su poema, Jorge Nájar sigue la exploración de sus orígenes. Describe el paisaje primigenio, la selva amazónica, la imagen del abuelo japonés, las voces de los caucheros del Manaos, los traficantes de sueños escapados del desierto... En este viaje al territorio mítico de la infancia aparece varias veces el colibri. Los aztecas veían en este pájaro el símbolo de las almas de los guerreros muertos que retornan a la tierra. Pero no sólo evoca la flora y la fauna del lar natal sino que se refiere a esa otra dimensión, donde “los espíritus de las plantas te iluminan...” Recurre también a otro símbolo, la casa, que como el templo es imagen del universo, es “allí donde gozas / allí donde sueñas cantando / con los espíritus en la alta noche...” Más adelante esboza el papel del poeta en el mundo: “Tu casa es tu propio cuerpo / no la adornes con escamas / ni con garras ni silencios / amplíala abriéndole sentidos...”

• Espíritus (segunda parte y fin) por Jorge Nájar