“La casa del padrino”, tiene una prosa que convoca a la lectura sin distracción, una prosa que cuenta bien lo que sucede. Es transparente, eso es, expone con claridad las imágenes. Seguramente que el lector acompañará con proximidad a la escritora. Es una prosa de aquellas en que el lector dice: “dan ganas de seguir leyendo”. Así fue que con entusiasmo seguí a Zulma, hasta que salimos al patio. Y después me quedé mirando con curiosidad lo que sucedía, bien contado. El cuento concluye con la imagen de un suceso que pretende ser conmovedor, la autora pretende que ese hecho resuma la historia que cuenta. Y eso, supone la autora, es posible si es espantoso. Esta búsqueda del impacto en la emoción del lector la busca el autor cuando no tiene demasiada confianza en su prosa y cree necesitar de algo que “conmueva”.
Con una prosa como la de este cuento esa búsqueda no es necesaria. Miguel Montoya (San Juan, Argentina).

Zulma Francelia Hernández, Guadalajara, Jalisco (México), 1993. Creció en Cuauhtémoc, Chihuahua y actualmente vive en Ciudad de México. Colaboró en la revista “La experiencia literaria” del taller de la Capilla Alfonsina y en la sección narrativa de la Revista Literaria "Monolito".
- Arte | Fabián Sánchez: artífice de las máquinas del alma por Héctor Loaiza
- Ideas | Raymond Aron: el heroísmo de la incertidumbre por Jean Birambaum *
- Literatura | Sara Jaramillo Klinkert: sobre una ausencia sin resolver por Andrea Aguilar
- Literatura | Julio Ramón Ribeyro: un recuerdo inédito por María Laura Hernández de Agüero
- Literatura | Historia argentina: entre el amor y la violencia por Javier Marín *
- Literatura | Julián Herbert: “La güerificación* mental del mexicano me preocupa mucho”
- Narrativa | La escalera por Orlando Valle
- Narrativa | Un revuelo de pájaros por África Mesa Rubio
- Narrativa | El chamán en el séptimo cielo de París por Gerardo Luis Rodríguez
- Narrativa | La víspera de la primogénita por Octavio Buelvas
- Narrativa | El Neonato por Rafael Bagur Castillo
- Poesía | Poemas de Cuquis Sandoval Oliva intentan recuperar lo cotidiano