En la ciudad de Mafala vivía un personaje sugestivo y genial, Roberto Matiz; un fotógrafo cuyo nombre le hacía honor al único mundo que le fascinaba, a la par que lo horrorizaba, y en el cual concentraba todo su poder de fuego: la mirada. Roberto significa “esplendoroso de gloria” y Matiz en griego quiere decir “ojo”. Es parte de un hallazgo ver lo que todo el mundo había visto y pensar en lo que nadie había pensado, y esto era lo propio de aquel que con su mirada camaleónica podía capturar lo más útil a su arte de descifrar señas, leer gestos, elucidar guiños. He aquí la historia de un hombre que abre nuevos senderos a la mente humana, en este caso en el terreno de la visión.
Rubén López Rodrigué es escritor y editor. Nació en Santa Rosa de Cabal (Colombia), pero es antioqueño por familia y formación. Fue fundador y editor de la revista Rampa. Hizo estudios inconclusos de antropología y sociología. Tuvo una columna sobre Medellín en El Muro, la guía cultural de Buenos Aires. Fue integrante del taller literario de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, dirigido por Manuel Mejía Vallejo. Hizo parte del staff de la revista literaria española Oxigen y de la revista internacional de arte y cultura Francachela. Ha sido colaborador en distintos medios escritos de Colombia y el exterior. Miembro del jurado del I Concurso de Cuento Resonancias, de Francia, en 2012. Es autor de los libros “Contra el viento del olvido” (Hombre Nuevo, 2001, en coautoría con William Ospina y John Saldarriaga), “La estola púrpura” (Los Octámbulos, 2009), “Las heridas narcisistas de la humanidad” (ITM, 2013), “El carnero azul” (Tiempo de Leer, 2013), “Flor de lis en el País de la Mantequilla” (Tiempo de Leer, 2014).