Un cuento de un realismo crudo, finamente detallado desde las primeras líneas, no es necesario recurrir a la imaginación para sentir la gramática de la muerte. Su falta de luz, lo descarnado de la partida indeseada. Ordovás el Mudo, el personaje “atrapado por la muerte”, tiene la presencia de la derrota: “su mirar fijo cuajado de arena, con su rostro cuadrado y térreo, mal afeitado, mal tallado en madera nudosa y basta, él parecía solo en medio del desierto. El narrador es muy preciso en sus descripciones, uno huele la muerte, ve cómo se masacra un cuerpo en el matadero y comprende que “no se trata de simple placer físico, sino de una efervescencia mental cercana al orgasmo” como bien se nos relata. Matar se ha transformado en un acto de tortura mecánico, toda señal de una comprensión distinta se borra. Una rutina de este tipo, desagradable y tortuosa revela el deterioro de la condición humana. Su mente enajenada le impide diferenciar lo real de lo imaginario. El matar se ha transformado en su esencia y no distingue una res de un humano, el Matarife actúa de igual modo. Esta esta confusión hace que termine ajusticiado por un guardia civil. El cuento está muy bien logrado en las descripciones realistas que se nos van presentando, tal vez, se podría haber prestado un poco de más atención al desarrollo el proceso de enajenación del Matarife que es el sentido final de la historia narrada. Uno pensaría que algo parecido debe ocurrirle a los torturadores. Eduardo Escalante.
Filólogo de formación y apasionado de la palabra escrita, Domingo Alberto Martínez (Zaragoza, 1977) dirigió una librería hasta 2012, año en el que se trasladó con su familia a Tudela, capital de la Ribera navarra. Su primera novela, “Las ruinas blancas”, fue premiada en el XVI certamen “Santa Isabel de Aragón, reina de Portugal”, convocado por la Diputación de Zaragoza en 2001. Un año antes, su siguiente novela, “Trovas de fierro”, había recibido el premio Alfonso Sancho Sáez del Ayuntamiento de Jaén. Sus relatos, premiados en muchos certámenes literarios, están recogidos en las antologías “El pan nuestro de cada día”, “Palos de ciego” y “Un ciervo en la carretera” actualmente a la venta.