En este año se cumple el centenario de Juan Rulfo (1917-1986) el más universal de los escritores mexicanos que describió el mundo rural de su país con un estilo límpido. Después de muchos años, volví a leer su obra magna, “Pedro Páramo”, y fui fascinado una vez más por su lenguaje y por la temática de su novela. Rulfo retrató los dramas y las creencias del campo mexicano con un lenguaje sobrio para reflejar más la pobreza de sus personajes. Según Juan Villoro, “la música de su idioma proviene del uso, tenso y reiterado, de pocos elementos. En esa poética de la escasez, las palabras percuten como piedras de un desierto donde ‘se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga’”. El pueblo de Comala, escenario de su novela, publicada en 1955, ha sido abandonado por sus habitantes y donde solo moran los espíritus de los muertos. El protagonista va a Comala a reclamar su herencia a su padre, Pédro Páramo, cacique y patriarca, por encargo de su madre fallecida. La actualidad de la obra de Rulfo reside en el hecho de que la violencia está presente y subyacente a lo largo de su obra. Esta violencia parece ser en suma el aspecto predominante del alma mexicana. También están presentes, el ultraje, la traición y el sentido gratuito de la muerte que persiste en la actualidad en México.
(El texto de Juan Villoro fue publicado en el suplemento cultural Babelia del diario El País de Madrid, el 5/05/2017).

Juan Rulfo (Sayula, México, 1917 - Ciudad de México, 1986). Fue el tercero de los cinco hijos de una familia acomodada. Su padre murió asesinado en 1923 cuando él tenía seis años. Seis años después falleció su madre, quedando bajo la custodia de su abuela. En 1934, decidió trasladarse a la Ciudad de México. Asistió como oyente en el Colegio de San Ildefonso. En ese mismo año, comenzó a escribir y a colaborar en la revista América. Desde 1938, viajó por regiones de su país en comisión de servicio de la Secretaría de Gobernación cultivando su pasión por la cultura y la antropología mexicanas. Empezó a publicar sus cuentos más relevantes en revistas literarias. En 1942, aparecieron dos cuentos suyos en la revista Pan, que formarían parte de su libro “El llano en llamas” (1953), junto con otros que fueron apareciendo en otras revistas. Dos capítulos de su novela "Pedro Páramo" (1955) se publicaron en revistas y después, el libro, traducido al alemán por Mariana Frenk (1958), y algún tiempo después en inglés, francés, sueco, polaco, italiano, noruego y finlandés. Con tan sólo dos obras. "El llano en llamas" y "Pedro Páramo" pasó a ser considerado como uno de los grandes autores de la literatura universal. En 1970, logró el Premio Nacional de Literatura en México y en 1983 el Premio Príncipe de Asturias de España.
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