Narrado de manera impecable, Pablo Baico configura un bello y largo poema escrito en forma de relato. Las imágenes nos transportan a los mitos que hacen a la cultura Occidental. La escena se desarrolla en una casa en donde permanentemente llueve, o puede que no sea una casa sino un iceberg, o simplemente una fuente y una mujer desnuda, María, a la que le caen las gotas. Ella está allí, sentada, hasta el fin de los días, como el escultor la miró y la dejó. La humedad y la lluvia son una constante que deteriora y desgasta. Cristo se ha ido cuando supo que tres veces fue negado. Comprendió el espíritu de los hombres, su ambigüedad y se marchó, no a cualquier sitio, sino a Madariaga, donde se rememora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, según San Juan.  No sólo Cristo se marchó, sino que también se dispone a subir a la cruz.  Marcos Rosenzvaig.

• Un puente labrado en hielo por Pablo Baico