Dos cadenas con su respectivo candado clausuran el ingreso a los baños, en lo que constituye una reconstrucción de la emblemática instalación que en 1968 provocó las pintadas y grafitis espontáneos del público: "inscripciones obscenas y palabrotas soeces", en palabras de un diario de la época, que llevó al cierre de la muestra y del instituto, luego de que todos los artistas salieran a quemar sus propias obras a la calle, en un acto de solidaridad.
Ese acontecimiento marcó un quiebre en la carrera de Plate: quince días después, el artista nacido en 1940 en Buenos Aires, armó las valijas y se fue a vivir a Paris, donde aún reside, y se convirtió en uno de los escenógrafos de mayor renombre, pese a su incursión en las más variadas disciplinas como la pintura, la performance o la instalación.
Casi 50 años después, el Bellas Artes presenta una exposición antológica con más de cien obras, muchísimas de ellas pinturas, estallidos de color sobre el lienzo que hacen referencia al acto de pintar —pinceles, tarros de colores, el taller— en las que Plate hace gala de una extrema autorreferencialidad al colocarse a sí mismo –de frente, de espaldas, o a veces tan solo una mano- en el centro de la escena.
Texto de la Agencia Telam de Buenos Aires
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