El texto de Rossy Elizondo es un grito de protesta en forma de escritura automática que los surrealistas franceses cultivaban en el siglo pasado. Las imágenes del horror surgen de la pluma de la autora de una manera espontánea para rendir un homenaje póstumo a los cuarenta y tres estudiantes desaparecidos el año pasado en su “árida” patria en que se ha convertido México. “…Al amanecer no encuentran las víctimas desaparecidas —escribe Rossy Elizondo— son tenderetes de manchadas sábanas sucias la impunidad / universidades sepultadas de los de Papaloapan y los del Istmo / y te traslada la tierra en rituales temores corroídos imprecisos mapas de las estrellas infernales meses de trampas alumbrados con maullidos de tenores gatos destripados…” Su prosa busca a dar una idea al lector sobre el hecho de que la ignominia se haya banalizado en la tierra mexicana. Surge la nostalgia de quien fuera el estandarte de la esperanza a principios del siglo XX: “quejumbrosa sedienta de mezcalina bajo un cielo de lluvia de aerolitos y yo callada solidariamente hablando hasta el amanecer de los capos y de los cárteles de lo derrocado de mi pueblo con su foto mi querido general Emiliano Zapata sin saber que no me escuchaba le murmuraba tras la flaca noche con mi boca muda…” No hay caso de que este texto es una revelación por su estilo y su riqueza imaginativa.
Rossy Elizondo es poeta y artista plástico. Parte de su obra literaria se ha publicado en diversas antologías. Sus textos literarios , ha sido publicados en revistas literarias entre las que destacan entre otras: revistas Oficio Ediciones de Monterrey, N.L., Reflejos de Tamaulipas, Papeles de la Mancuspia de Monterrey, N.L., Revista Literaria de Ciudad Obregón Sonora.