En Francia es considerado un grande del teatro. Arrabal sigue dando titulares: el viernes 17 de abril asistió en Bilbao al festival literario Gutun Zuria y el 23 estrenó en Madrid “Pingüinas”. La casa de Arrabal en la rue Jouffroy d’Abbans es un museo con cuadros, vino, jamón ibérico con biscottes y ventanas a lo insospechado. Y él es una obra en sí, la más inquietante, una suerte de magma pictórico que no acertamos a situar entre las pinturas negras de Goya, los cielos velazqueños y el cachivache dadaísta. Todo es un disparate en la conversación, aunque cierta lógica indefinible hay en el autor de “Viva la muerte” al final de cada ocurrencia. Viste la tradicional camiseta negra de manga larga con su propia cara serigrafiada y gafas superpuestas. Son las diez y cuarto de la mañana de un día lluvioso en París. Fernando Arrabal (escritor, dramaturgo, cineasta), entrañable y terrible, sirve un burdeos y sin mediar pregunta empieza con las respuestas.
(Esta entrevista fue publicada el 11/04/2015 en la sección Cultura del diario El País de Madrid.)
Fernando Arrabal nació en Melilla (Marruecos Español) en 1932, de padre republicano y madre franquista. Su padre era oficial del ejército español. Desde 1954 reside en París. Algunos títulos de sus dramas: "El cementerio de automóviles", "La comunión solemne", "El arquitecto y el Emperador de Asiria"... Sus películas: “Viva la muerte", en la que describe su infancia, atormentada por la desaparición de su padre durante la guerra civil española y la dictadura franquista. Además es poeta y pintor, como lo muestra el voluminoso libro de arte, "Arrabal espace", editado en francés en 1993 por Ante Glibota, y que presenta su obra literaria, dramatúrgica, cinematográfica y artística. Recibió en España el Premio Nacional de Teatro 2001, el Premio Nacional de Literatura Dramática 2003 y en 2006 le concedieron la Legión de Honor francesa.