Todo requiere su tiempo. Una obra tan nítida y bien escrita necesita de un trabajo longevo y pormenorizado. De otra forma sería imposible crear maravillas como las que hace Antonio Orejudo. La literatura requiere de una gran responsabilidad y de un ejercicio fiable del instrumento de trabajo: el lenguaje. Lo contrario sería alejarse de la universalidad y la hibridación – las máximas aspiraciones posibles – circunstancias que si lleva de manera implícita la obra de este excelente escritor. No por mera casualidad es considerado uno de los grandes escritores nacidos en 1960, en esa generación literaria tachada de no tener identidad aunque elogiada por lo rico de sus frutos. Tal vez esa indeterminación los defina a todos como apuesta y viaje interior hacia la esencia de las letras.
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