La edición de La Tierra Baldía (1922), de Thomas Sterns Eliot (1888-1965), se abre con una dedicatoria a Ezra Pound (1885-1972) que el autor toma de La Divina Comedia, más precisamente de Purgatorio, Canto XXVI, línea 117, donde Dante Alighieri (1265-1321) ensalza por boca del poeta Guido Guinizelli (1230-1276) la figura del trovador provenzal Arnaut Daniel (circa 2da. mitad del siglo XII-comienzos del siglo XIII). La cita dantesca completa es: “il miglior fabbro del parlar materno", que sin mayor negligencia podemos traducir como “el mejor forjador de la lengua materna”. Nada más ajustado que este exacto elogio —que viene siendo trasmitido desde la Edad Media— para definir al extraordinario autor Yves Bonnefoy, quien particularmente en su poesía ha sabido llevar la lengua francesa a una de sus cumbres más radiantes. Pocos como él han comprendido, en nuestro tiempo de inexactitudes, que la originalidad de la expresión poética no destruye su tradición, sino que —por lo contrario— lo que hace es conservarla al renovarla. Además, Bonnefoy ha demostrado en una época signada por la especialización, no siempre fructífera, que era lúcido y posible (al viejo estilo) ser polígrafo: destacado crítico literario, ensayista, traductor y prosista, además de singularísimo poeta. Otra “deuda sueca” que su gran amigo, Jorge Luis Borges, también conoció. Luis Benítez.
(Publicado el 8/02/14 en la sección Cultura del diario El País de Madrid)
Yves Bonnefoy nació en Tours (Francia) en 1923. Su madre era maestra y su padre, empleado del ferrocarril. Estudió matemáticas y filosofía en la Universidad de Poitiers y después en La Sorbona, donde Gaston Bachelard fue uno de sus profesores. Desde la adolescencia fue profundamente marcado por la lectura de Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé y más tarde, por su encuentro con André Breton y los surrealistas. Sus primeros textos (“La Revolución la noche”, “Las dos hermanas” y “Tercer convoy”) aparecen en 1947 en revistas de poco tiraje. Su poemario “Del movimiento y de la inmovilidad de Douve” se publica en 1953, edición española, Visor Libros (2000). A partir de 1951, al mismo tiempo que cultiva la poesía se dedica a traducir los textos de Shakespeare (“Henry IV”, “Julio César”, “Hamlet”, “Un cuento de invierno”...). Obras publicadas en español: “Comienzo y fin de la nieve”, Alción Editora (1996), “Las Tablas curvas”, Hiperión (2003), “Tarea de esperanza”, Pre-Textos (2007), “Diccionario de mitologías”, Planeta, 1600 páginas (2010), “Imagen y deseo”, Renacimiento (2012), “Del territorio interior”, Sexto Piso (2014). Su obra refleja un gran interés por el arte del Renacimiento y el arte barroco, descubiertos durante sus viajes al Mediterráneo. De 1966 a 1972 colaboró en la revista L'Éphémère. Después de haber sido profesor universitario, fue incorporado en 1981 al Colegio de Francia.