Raquel era poeta. Tenía ochenta y cuatro años y vivía en un pequeño departamento del distrito limeño de Lince. Lo primero que me interesó de ella fue su cercanía a Allen Ginsberg. Eso me animó a escribir sobre la visita que hiciera el beatnik a nuestro país en 1960, oportunidad en la que Raquel y él se hicieron grandes amigos. Empecé a visitarla por las tardes, que ella pasaba sola en su casa, con el fin de hacerle varias entrevistas. Al igual que un grupo de poetas y amigos, compartí largas horas escuchando sus anécdotas en el lugar que ocupaba desde hacía más de medio siglo. (Continúa en la página interior).
(Este texto fue publicado en el blog chileno letras.s5.com dirigido por Luis Martínez Solorza).
Raquel Jodorowsky (Iquique, Chile, 1927 — Lima, 2011). Sus padres eran judíos ucranianos que, escapando de los pogromos zaristas, se instalaron primero en Iquique y después en el pueblo de Tocopilla. Hermana mayor de Alejandro Jodorowsky tuvo una vida independiente de la fama de éste. Residió en el Perú cerca de sesenta años. Llegó a comienzos de la década del cincuenta, becada para estudiar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Había publicado en Chile su primer libro, “La Dimensión de los días”, que reeditó en Lima. Raquel Jodorowsky conoció al escritor José María Arguedas, a los poetas César Moro y Martin Adán, al pintor Sérvulo Gutiérrez; a poetas como los argentinos Enrique Molina y Olga Orozco o Allen Ginsberg, con quien mantuvo correspondencia hasta la muerte de éste. La poesía, los viajes y el amor fueron las razones suficientes como para arraigarse en la capital peruana. Publicó libros como “Caramelo de Sal”, “El diario de una costurera”, “Poemas Escogidos”, entre otros. La poesía fue para ella un medio de expresión alucinante y visionario.