El escritor guatemalteco es mucho más que su minicuento del Dinosaurio. Encarna un intelectual latinoamericano en las antípodas del 'boom'. Lo peor que le pudo pasar a Monterroso fue que aquel empecinado dinosaurio siguiera y siguiera allí. La radicalidad narrativa de Monterroso, su microscópico don para el desorden y esa falta de solemnidad con que desafiaba su propia erudición merecerían, de una vez por todas, confirmar la extinción de tan prehistórico reptil. (Continúa en la página interior).
Publicado el 20/03/13 en el suplemento Cultura del diario El País de Madrid.
Augusto Monterroso, (Tegucigalpa, Honduras, 1921 - Ciudad de México, 2003). Escritor guatemalteco, era hijo de padre guatemalteco y optó por esta nacionalidad al llegar a su mayoría de edad. Vivió desde 1944 en México, donde trabajó en la UNAM y, como traductor, en el Fondo de Cultura Económica. De formación autodidacta, desde muy joven alternó la lectura de los clásicos de las lenguas española e inglesa. Mereció importantes galardones y reconocimientos, como el premio nacional de cuento Saker-Ti (Guatemala, 1952), el premio de literatura Magda Donato (México, 1970), el Xavier Villaurrutia (México, 1975), la Orden del Águila Azteca (México, 1988), el premio literario del Instituto Ítalo-Latinoamericano (Roma, 1993), el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1997), el Príncipe de Asturias (España, 2000) y el Juan Rulfo (México, 2000). Una gran variedad de temas se aúnan en su obra narrativa bajo una misma visión de la vida: irónica, amarga y tierna al mismo tiempo. Traducida a varios idiomas, la obra de Augusto Monterroso incluye títulos como El concierto y el eclipse (1947), Uno de cada tres y El centenario (1952), Obras completas y otros cuentos (1959), La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1969), Animales y hombres (1971), Antología personal (1975), Lo demás es silencio (1978), Las ilusiones perdidas (1985), Esa fauna (1992) o La vaca (1998).