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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
2 9 2007
Novelando una de las siete maravillas del mundo moderno, por Luis Nieto Degregori.
El último libro de Enrique Rosas Paravicino es, ante todo, una novela de gran fuerza poética sobre Machu Picchu como lugar sagrado, centro de la religiosidad inca. En este sentido es una indagación intuitiva en las raíces profundas del sentimiento religioso del pueblo andino pasado y actual. Son varios los episodios que, desfilando uno tras otro, conforman ese gran mural que muestra la esencia sagrada de la ciudad incaica. El lector puede ver así a Pachacútec en el acto de fundación o a Apomayta, el arquitecto, en el proceso de construcción de la ciudadela. Iluminadoras son también la vida del amauta y astrónomo Sapan Huillcanina, inventor de un sistema de escritura, y la escena de la segunda fundación del centro sagrado en vísperas de la entrada de los españoles al Cusco por parte de las 200 ajllas. En segundo término, la novela aborda el pachacuti o cambio cósmico que significó para los pueblos andinos la llegada de los españarris, que es como se llama a los conquistadores en sus páginas. Esta dramática transformación es auscultada y tratada de entender no en el plano de los enfrentamientos bélicos, aunque algunos episodios de esta naturaleza son trabajados, sino en el de las mentalidades. Así, son importantes los augurios sobre los inminentes cambios que estaban a punto de ocurrir. De hecho, uno de los episodios más interesantes y con mayor fuerza poética es la historia de Raurac Sallo, el Profeta Negro del Altiplano. Se trata de un hereje que en tiempos de Pachacútec anuncia el fin de la humanidad y exige un cambio de culto. Finalmente, Muchas lunas en Machu Picchu se ocupa, siempre en el plano de las mentalidades, de la resistencia andina, entendida como el proceso de largo aliento que arranca desde la llegada misma de los españoles. Esta línea está trabajada mediante la presentación de episodios de la sublevación del Taki Onqoy, con un personaje importante como Felipe Hualla, quien, tras la derrota de este movimiento, termina escondido en las inmediaciones del Ausangate. Las vicisitudes del personaje central, Astor Ninango, también pueden ser inscritas en esta temática. Hijo del ya mencionado amauta y astrónomo Huillcanina, Astor Ninango es el último defensor de Machu Picchu y es el que dirige al grupo de últimos de últimos pobladores que abandona la ciudad sagrada tras la captura de Túpac Amaru para que ésta no sea descubierta por los españoles. Astor Ninango y su hueste llegan a Cusco en los días aciagos de la ejecución del último inca, roban su cabeza y la llevan hasta el Ausangate para enterrarla en la nieve. Tal sería el inicio del mito de Inkarri, por un lado, y del culto a Qoyllur rit’i, por el otro. La referencia a los Comentarios Reales de Garcilaso a través del personaje de uno de sus informantes en Cusco, Saguillo, alimenta también esta temática de la resistencia. La crónica del inca es tomada como una versión fidedigna de la historia de los incas cusqueños y con el valor adicional de estar consignada en el sistema de escritura de los españarris. Ciento veinte años dura el ciclo de Machu Picchu en la novela, desde su fundación por Pachacútec hasta su abandono tras la captura de Túpac Amaru. Es un ciclo en que la ciudadela pasa de Ciudad Numinosa a Ciudad de los Muertos. Más que una reconstrucción histórica, aunque se sustenta en un estudio riguroso de esta naturaleza, Muchas lunas en Machu Picchu es una novela que se mueve en el plano de las intuiciones que, gracias al poder creativo de su autor, se convierten en certezas, en verdad histórica.
acerca del autor

Enrique Rosas Paravicino nació en Ocongate, Cusco (Perú). En forma temprana se dio a conocer con dos volúmenes de poesía publicados. "Ubicación del hombre" y "Los dioses testarudos". Sin embargo esta plasmación inicial pasó a un segundo plano, notoriamente opacada por la mayor atención que la crítica literaria concedió a su obra narrativa. En este género publicó "Al filo del rayo" (1988), "Fuego del Sur" (1990, en coautoría), "El gran señor" (1994), "Ciudad apocalíptica" (1998), "Muchas lunas en Machu Picchu" (2006) y el relato para niños "El patriarca de las aves" (2007). En 2004, volvió al género lírico con la entrega de un nuevo poemario "La edad de Leviatán".