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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
1 1 2007
Sobre la obra de Pérez Becerra, serie de San Sebastián por Agustina Pérez Rial

Esta serie comenzada en el año 2005, se centra en la figura del santo, icono gay, que inspiró al artista por la manera en la que en él se cruzan la motivación histórica entre las artes visuales y la literatura. Siendo lector de las letras cubanas del período relacionado a la revista Orígenes, y todo el grupo del barroco vinculado a sus fundadores: Lezama Lima, José Rodríguez Feo, Virgilio Piñera, entre otros, y por translación, a un escritor de otra generación, Severo Sarduy, cubano radicado en Francia por problemas políticos, que mezcla en sus escritos al santo con los dioses de la santería afro-cubana, dando origen a un verdadero creole.

En la literatura argentina, autores como Perlongher, poeta que llama a sus textos “neobarrosos” (un barroco, más oscuro, más criollo) o actualmente otros como Daniel Link, en su ensayo titulado “1505”, donde dice que “Si los artistas del cristianismo desarrollaron alrededor de San Sebastián un proyecto de estudio corporal, no hay que entender ese proyecto sólo como una investigación estética (¿cuáles son los rasgos decisivos para decir del cuerpo del varón que es bello?), sino sobre todo biopolítica (una política del cuerpo múltiple de las poblaciones, de la cohabitación de la reproducción la salud y la longevidad)...”. El poeta Arturo Carrera, en el catálogo de la muestra de Sebastián Freire sobre San Sebastián, dice “En cambio —dice Borges que dice Buda—, /yo enseño a arrancar la flecha” / ¿Qué es la flecha insiste el búdico Borges, / sino la idea del yo, de todo lo que llevamos clavado? / El buda dice que no debemos perder tiempo en cuestiones inútiles...”.


En la literatura universal Mishima y sus textos. Dice Sarduy, sobre el japonés: “Yukio Mishima adoraba a San Sebastián. Su última pieza de teatro -me refiero al siniestro y sutil juego de decapitaciones con que, después de arengar a unos soldados jaraneros, ofreció su cuerpo al antiguo imperio- puede ser leída como una metáfora del suplicio con el que el apuesto centurión romano alcanzó la santidad. Pero su adoración era más asidua y dudosa: utilizaba una imagen del guerrero flechado -la más impoluta y nacarada, esa que acuñó la asepsia de Guido Reni- como soporte a sus fantasías masturbatorias cotidianas. El joven martirizado sin huellas visibles ni estigmas de tortura se iba convirtiendo en la secuencia sádica y finalmente en un guiñapo ensangrentado, en una pantomima del horror”.

La obra de Pérez Becerra, ubicada en una tradición realista, y con una visión cercana al comic en el uso de la línea y en la forma de fragmentar las imágenes, en las que se mezcla Sebastián con otras series del autor: las ciudades, el zoo, los personajes… y trae al santo hacia una modernidad más contemporánea, en la que el personaje pierde su carácter histórico, y se ve rodeado por símbolos kitschs o de características camps.

Quizás lo que más le interesa al artista desde lo literario, fue que la mayoría de quienes lo tomaron como tema veían la muerte del santo, la escena que lo representa atado y flechado, mientras que en los textos, el soldado es salvado esa y dos veces más hasta que el emperador lo hace descuartizar y arrojar al río. La historia es como la un fénix que va constantemente renaciendo, y quizás los desmembrados trozos de su cuerpo se hayan juntado otra vez. Técnicamente la obra realizada sobre tablas y con capas sucesivas de resinas y barnices, que le dan una terminación similar a la pintura holandesa o a los vidrios de la pintura naif centro-europea, lo asemejan por factura a las obras renacentistas en una nueva apropiación en la que vemos al personaje flechado, sangrando entre ciudades (¿del futuro?) o amenazado por un extraño bestiario. Los cruces de textos, incomprensibles entre las figuras como en antiguos palimpsestos semiborrados acentúan el carácter literario de la obra, pero solamente como elementos de unidad y meramente visuales. Como si la última apropiación fuera la del icono gay visto desde un aspecto totalmente plástico y despojado de sus características homo-religioso-mágicas. Pero todas estas especulaciones quedarían para una sociología del arte, y aquí en cambio está la obra terminada, o en proceso de serie...
acerca del autor
Agustina

Alejandro Pérez Becerra, Mar del Plata, Argentina, 1944. Estudió Filosofía y Letras y Sociología. Es autodidacta en pintura y estudió técnicas de grabado con Aída Carballo. Desde 1985 hasta 2006, ha expuesto en galerías y otras instituciones de Whashington, Nueva York, Chicago, Miami, Northampton, Sao Paulo, Alemania, Buenos Aires, Mar del Plata, Neuquén y otras ciudades argentinas. Entre los premios obtenidos se destacan: 1er Premio Bienal de Mar del Plata (1983), Salón Nacional (1988), Premio Ezquiel Leguinas Santa Fe (1990), Medalla del Jurado I Salón de San Luis (1993) y Gran Premio de Honoer “Expresarte”, Centro Cultrual Catedral, Buenos Aires (1995). Decide a partir de esta fecha no participar más en premios. Y desde el año 2000, en jurados de premiación.