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Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Cine y Televisión
1 6 2006
Guillermo Arriaga wetback, por Luis Martin Osorio
El entierro del guionista… Un guionista es el que hace guías… …él no trabaja para un director, ni para un productor, él trabaja con ellos. Es parte del esquema del cine. Guillermo es novelista, ahora se proclama escritor cinematográfico y con justa razón. Ahora en México y en la comunidad iberoamericana su nombre se escucha con fuerza. Hollywood… piece of cake. Su último guión, mejor llamada obra, “Los tres entierros de Melquíades Estrada” está apunto de llegar al país o tal vez ya está aquí. Pero no hablaremos de esta película. Nuestro prospecto convertido en realidad. Guillermo Arriaga es un “wetback”, un mojado, un ilegal, un nuevo formato listo para ser imitado. El guionista es un guía, y para guías tenemos el cielo o el infierno. Nada más sencillo. Arriaga se arranca el estigma y le da un valor agregado a su obra: su opinión, su sentir, su proceso demiúrgico. Es “wetback”, porque ha irrumpido en el cine mundial con una propuesta clara y especifica de la identidad del mexicano, con las preocupaciones universales, su revirada del mundo nos ofrece la posibilidad de contemplar con la belleza suficiente el dulce idilio con el destino, del cual siempre seremos perdedores. Arriaga nos ofrece una forma sofisticada de ver, léase y hágase “observar” el cine. No importa que sus personajes vengan de los arrabales, cada uno de ellos conlleva en sus genes la inmortalidad, nunca serán olvidados, tienen todos los síntomas del cáncer de la globalización. Sufren las isotopías de la modernidad. Seres en crisis… Arriaga nos presenta hombres y mujeres dignos de perderse en el anonimato; seres comunes y corrientes con todo un quantum de anhelos y magia atascados en sus conciencias. El papel mediático de Arriaga Conozco pocos casos donde el guionista de un film sea el encargado de interactuar con los medios de comunicación. Será acaso porque no hace mucho tiempo que en México entendieron que es importante filtrar información y darles juego a sus equipos, más allá del actor o actriz que se para y se olvida qué hace ahí y comienza a hablar de sus planes… la mayoría tontos y que a nadie le interesan. Arriaga ha tenido la oportunidad de ser el abanderado de esa nueva tendencia. La importancia de esto, se aplica a que los medios al entender de la viva voz del creador intelectual de la película ciertos pormenores, ciertas fibras ya amalgamadas en la producción final se produce otro tipo de reacción en lo publicado. El ritual mediático… El ritual mediático creado por Arriaga es parte aguas de la evolución del personaje antaño conocido como guionista, hoy, si es que tienes la suficiente capacidad de proponer calidad y arte en tu trabajo, podrás llamarte “escritor cinematográfico”. Esa nueva tendencia, sin duda tendrá sus retoños rápidamente. Porque a partir de la descodificación del simbolismo que implica ser “escritor cinematográfico” la apertura para el ahora mal llamado guionista, se convertirá en una nueva sinergia que políticamente dará mayor profundidad a los proyectos. Arriaga acepta el juego mediático, se para frente a todos e impone. No le debe nada a los medios. Al contrario, su figura y obra están creando una nueva ola de generaciones de guionistas —escritores cinematográficos en ciernes— en México. Y eso vale mucho más que cualquier goleada de la selección al representativo de la isla Guadalupe. El contrapeso… La función de Arriaga en el juego del celuloide, puede radicar en darle contrapeso y marcar las líneas del discurso general de la producción —donde participe—, es decir, su obra, lo implica a él, y es sobre él que el director gira para darle sentido a su dirección. Dice Guillermo que él escribe en trilogías. Sin embargo, me atrevo a decir que no. Escribe tríadas sobre escenarios completamente metafísicos. “21 gramos”, “Amores Perros”, “Un dulce olor a muerte” y Babel. Están contextualizadas bajo un mismo universo… el de la angustia. Los planetoides creados por Arriaga se configuran a partir de la premisa del “pienso, sufro, luego existo”… y ya en el existir, buscar el perdón o la redención. La excusa de la muerte no significa más que un recurso de Arriaga en sus obras, la muerte no interesa, interesa la penitencia, interesa —de nuevo— la redención; la muerte como objeto es un acto del cual estamos incapacitados de evitar, so, qué necesidad de enfrentarla. Lo rico, lo nutritivo —gusanilmente hablando, permítaseme el neologismo— es el éxodo de los personajes, es la literatura que conllevan cada uno de ellos entre las hormas de los zapatos. Es el meta-relato en el que todos estamos incluidos. Son los vicios, los valores de humo, es la cacofonía humana, la disonancia cognoscitiva. Arriaga es claro en su discurso, sabe a donde va, sabe de donde viene. Es un “wetback”, un mojado que llegó a las tierras del cine masivo a ofrecer otras visiones. Su trabajo está comprobado. Llegó como ilegal, desde “amores perros” su papel en los medios y en las críticas fue fundamental. Amores perros, es la bandera de arranque, es el semáforo en verde para demostrar que no sólo Pedro Infante o Lucerito existen en el cine mexicano. Amores Perros fue uno de los pilares del cine ultramoderno, cine serio, propositivo, directo, crudo. Sin caer en las adulaciones ni los clichés del ingenuo personaje extraído de las novelas de Azteca o Televisa. Aunque algunos argumentaran que existen otros que han hecho cine con esa calidad, como… Pero el detalle es que Arriaga es escritor cinematográfico, no es el director, es la inmensidad de su obra la que permite que digamos eso. La pregunta sería si González Iñárritu sería el mismo director que conocemos si estuviera de la mano de otro guionista. Wetback… Guillermo Arriaga es un mojado. Porque su propuesta no tiene cabida en este país. El impacto de su obra tuvo que ser reconocida en otras latitudes. Lo que me extraña es por qué en México nadie lo intenta copiar. Porque estamos hartos de las “inspiraciones”, de los séptimos días, no del séptimo sello —ojo—; porque este mojado, conquistó la Meca y Cannes, y Venecia y el venado cola blanca. El teísmo del guión… En qué cree Arriaga. Por supuesto que no cree en la obsoleta idea y esquema del guión antiguo. Ya no más guiones, ahora: obras, literatura cinematográfica, ontología visual del engaño. Teoría del simulacro. El guión, como guía del laberinto de la vida. Basta ya de utopías. Esas enajenan… el guión deja de ser con Arriaga una herramienta para la realización de una obra mayor. Ahora, el guión, el guionista, el escritor cinematográfico, son elementos endógenos, vitales y mágicos. Corolario… “Estarás bien”… es la última frase de la película de los tres entierros de Melquíades… En eso, Perkins se aleja… no responde… Cómo podría responder a semejante improperio. Quién puede estar bien en el mundo del caos… ya no es la condición del bienestar, simplemente el estar… Ext. Casa. Día. Baja la lente por las escaleras, llega a la segunda planta, recorre las ventanas que tienen vista a la calle, de donde se aprecia la llegada de dos personas, sigue recorriendo la segunda planta, tocando las paredes. Recorre los espacios del lugar. Música extraña. Llega hasta la ventana principal. Ahí se queda observando. (Agregar en la edición gritos, ruidos caseros, etcétera) Guillermo Arriaga (Off): A veces, hay cosas que ni yo en mi condición de visitante de este mundo, entiendo. Al final, el bien y el mal, nunca dejan de existir, la bondad y la maldad habitan la misma casa…
acerca del autor
Luis Martín

Luis Martín Osorio, Monterrey, Nuevo León, México, 1976. Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación por la Universidad de Monterrey. Es Asesor Editorial y guionista de TVNL (Televisión cultural). Titular de la sección cultural “Atmósfera Qixote” donde escribe desde Literatura hasta de lapas... en el periódico El Regio de Monterrey. Coordinador de proyectos editoriales de la Universidad Metropolitana de Monterrey. Ha colaborado en diversos periódicos de México. Entre los libros publicados se encuentran, “Cuentos de la rumia y de la moria” y las novelas, “Las Mujeres Perdidas” y “La Sangre del Oboe”.