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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
4 10 2005
Requiem para mi padre ausente (relato) por Alejandro Margulis

Pasaje Milán, Buenos Aires, 4:20 a.m. casi agosto de 2005

no sé si “querido” porque querido querido si bien siempre te quise lo que se dice querer vulgarmente querer epistolarmente querer quiero decir no puedo decir que alguna vez te haya querido necesitado sí claro por supuesto pero querido lo que se dice querer de tener afecto aprecio cariño deseo de transmitir bondad reciprocidad amorosa deseo sexual incluso o al menos ansia de amistad de calorcito fraterno de eso que sería como filial no jamás y no me dá ningún orgullo no haberlo tenido y mucho menos a esta altura que sos un hombre grande (y que todavía no estás muerto, y mucho menos enterrado) ni furor o bronca como se dice. Me gustaría que vivas para leerlo. ya está bien por el momento sepamos parar. si toda una vida intentando decir esto mis hijos dicen que esto me va a dar tórticolis en realidad no lo dicen con respecto a esto sino a la disposición extraña poco ergonómica que venía teniendo en la otra compu la del estudio y un poco ya me duele el cuello pero aunque puede ser que termine con el cuello dolorido qué es un dolor de cuello si lográs sacarte el hueso atascado en la garganta que tenés desde antes de empezar a hablar además me duele hace un montón de días ya y tampoco creo que esté tan mal esta postura para escribir me permite no mirar lo que voy escribiendo sólo el teclado y las letras y mis dedos apretándolas a buen ritmo como si hiciera música mi requiem para un vivo si “toda una vida” estuve sin él intentando: “decir esto” no hay motivo uno no veo uno para pretender despacharlo ahora de un solo tirón de “una sola sentada” salvo los acentos que en este teclado que no es el de todos los días están un poquito más a la derecha es decir en la última de las teclas de la fila del medio en la tecla de las comillas todo lo demás funciona bastante bien e incluso este sistema de escritura esta postura me resulta bastante mejor que todas las que probé hasta ahora (pero esto no será un insoportable enumerar de las herramientas del escritor que salda cuentas con su padre) procuro prometo propongo relatar su ausencia y nada más la tuya sil... silvestre o silencio silueta o si un día... silente... qué significa esa palabra acaso existe tiene más existencia real que la de tu foto cocinando en la pared no más bien en todo caso “de una sola acostada” además no quedaría bien etc etc y yo quiero que funcione y dure, por lo menos para que él lo pueda leer en vida por lo menos para que le llegue en la instancia editorial de publicación me refiero en el formato que sea sí sí también éste por qué no si lo escribí en calma en la cama con la pantalla de la grande y vieja computadora al lado sobre una tabla que puse encima de los brazos de una silla de jardín —-y el teclado sobre las mantas—- por qué no que sea leído así, en camas en calma con las pantallas las laptop las pecés o lo que el lector tenga frente a sus ojos o al lado? más que el dibujo en tinta y lápices azules y blancos mi último autorretrato peleándome conmigo los ojos desparejos delineados con rojo como lo hago desde que no tengo memoria por no haber podido pelearme con vos (?) una ventaja inesperada esto de escribir así apoyado el monitor de la computadora vieja en una tabla sobre los brazos de la silla de jardín que cumple ahora su nueva función de mesa de luz, el teclado en la cama, separado de aquella o tal vez sólo unido, por el ensortijado cable: por primera vez puedo leer y escribir al mismo tiempo perfectamente recostado como con los mejores libros. Leer escribir corregir releer como recién sin ir más lejos que yo iba releyendo lo anterior y como me cansé de estar sentado apoyé la cabeza en la almohada puse el brazo izquierdo doblado por debajo de ella como contaba Proust y fui releyendo despacio. Adormilándome un poco incluso arropado hasta el pecho y apenas moviendo un dedo de la otra mano para apretar la tecla con la flechita que indica para abajo o para arriba ah qué placer cuerpo 14 y 100 % de zoom. eso sí. REQUIEM SILENTE

Pasaje Milán, Buenos Aires, 9.20 a.m. agosto de 2005

en la misma cama unos días después siempre con el teclado en las mantas siempre leyendo de costado entreveo que las múltiples cosas por hacer en estas horas tendrán el remanso denso de aún escarbar más la vieja herida el encargo de mamá para que reescriba la novela de su mamita el encargo de la editora nueva para que escriba sobre la bailaora y cantante libanesa el encargo del tío para que le explique yo al mundo su sistema de identidad entre esas escrituras a pedido tomo la decisión de intercalar entonces estos textos de mi padre el silente (lo he tenido que buscar en el diccionario y me sobresalta leer que eso es silencioso callado sosegado más que quieto) saber continuar también es necesario lo fue él para mí por inevitabilidad de la ausencia lo fui yo en consonancia por resignación pero también los muertos y las piedras tienen cualidades silentes y aquellos que han llegado a una verdad o los que la están buscando me puse a enumerar las veces que estuvimos juntos: a los nueve años en aquellos versos de veraneo aprendiendo a pedalear en bicicleta y casi ahogándome, pero también está un hermano que es mi hermano con esa cualidad silente alguien que supo desde mucho antes que yo que las cosas eran de un modo sólo irreversible y logró vivir como un atleta espartano haciendo dinero y leyendo ciencia ficción estar en el punto sin retorno era es una de sus frases predilectas aplicable a casi cualquier cosa un tipo admirable desde todo punto de vista sólido y sencillo como un buey no como yo que ni siquiera soy capaz de decidir un tipo de letra en un teclado amistoso que si bastardilla o bold que si los renglones todos para un lado o para abajo que si tres o si dos que si voy o si vengo que si soy o si fui. saber parar quiere decir ahorrar mis fuerzas ser tolerante con lo que soy ambivalente bueno ningún hombre del mundo abandona a sus hijos de un día para otro tener que lograr creer en eso: afirmarme y ser paciente conmigo y con los que vivieron lo que yo. además ya está saliendo ya está saliendo ya está saliendo ya está saliendo no hay que apurar la cosa peor están los nietos de los desaparecidos y se quejan menos
acerca del autor
Alejandro

Alejandro Margulis (1961) nació en Boston (EE.UU.) pero reside en Buenos Aires. Trabajó en los principales medios gráficos de la Argentina y publicó cinco libros: dos de ficción —el libro de relatos "Papeles de la mudanza" (Catálogos, 1988) y la novela "Quién, que no era yo, te había marcado el cuello de esa forma" (Beatriz Viterbo, 1993)— y tres periodísticos —"Los libros de los argentinos" (El Ateneo 1998), "Junior, Vida y Muerte de Carlos Menem (h.)" (Planeta, 1999) y "Reconstrucciones de desaparecidos" (IMFC, 2002). Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dicta además cursos de escritura literaria y periodismo de investigación on line en el portal de literaturas inéditas. Anima el website http://www.ayeshalibros.com.ar/.