Narrativa
4 10 2005
Dos relatos de Juan Beat sobre sus encuentros calamitosos con la gente femenina
Quince kilos más (relato) por Juan Beat Era una "niñita caprichosa", a sus 21 años hacía sus berrinches y eso terminaba por molestarme demasiado, prefería quedarme en casa y jugar el Silent Hill 1 en mi flamante y nuevecita Xbox; salí de viaje y la olvidé fácilmente, si bien era una chica bonita de largo cabello negro y "carita inocente", no tenía una pizca de tolerancia, además creo no era muy honesta. La última vez, hace unos tres años, me dejó plantado, esperé unos quince minutos y su celular apagado, solo me hizo perder valiosas horas en ese horrible parquecito cerca del monumento a la Revolución. Pasaron tres años aproximadamente, y como de la nada comenzó a llamarme, a mandarme mensajitos al móvil... a "pensar en mucho en mí" —me decía hace unos días con su voz dulce—. En parte le seguí el juego, me entró un poco de morbo el por qué hasta 25 llamadas perdidas en mi teléfono... ¿qué necesitaba de mí? Esta vez se portó bastante agradable, incluso tolerante y amable; sin embargo, sé que eso se terminó ayer, apuesto a que no habrá más llamadas ni e-mails desesperados. Ayer la vi, nos encontramos en el metro Juárez y fue un horrible "golpe" ja... dónde quedó su carita de inocencia; estimo que subió unos quince kilos, solo vi una cosita redonda que me dijo hola, se veía tan descompuesta y además con esa ropa que seguro se metió con calzador acentuaba su "novísima" figura. Creo me quería para "ayudarle" a su tesis o no sé, la acompañaría a la UNAM para preguntar lo de su titulación, pero me entró un dolorcito en la garganta combinado con flujo nasal, ¡vaya mecanismo de defensa mío! Para evitar a la gente, así que cínicamente me sentí mal, mal. Hablamos poco, le comenté que yo estaba muy bien, que no salía con nadie pero que esperaba el regreso de Jade, que me agradaba y que sencillamente me encontraba muy tranquilo; seguí sonándome la nariz y hasta que Laura comprendió y me propuso que cada cual "tomara su camino"... Ja, eso fue lo mejor que escuché de ella en esos poco minutos; nunca la vi de frente, sus 15 o más kilos de pura "depresión" (según ella) como que no eran muy agradables, hasta sus "partes más atractivas" se desfiguraron. Salí "ileso" del metro Juárez, llamé a mi padre y quedamos en la cervecería de República de Cuba; me supo como nunca esa cerveza de barril Kloster, solo 4 tarros y unos chicharrones con salsa... no quiero subir tantos kilotes... que tal si Jade me ve tan gordo que lo único que se le ocurre es salir corriendo y no saber más de mis lonjotas. Reencuentros (relato) por Juan Beat Creo estoy enfermo, y ahora puede que si sea algo grave... ja, no he probado gota de cerveza desde hace unas semanas. La última, fue la misma ocasión en la que vi a Ayesha para ya finiquitar la probable resaca que nos quedaba; llegué puntual a la cita, mejor dicho, más temprano y tuve que esperar unos veinte minutos, que fastidio, esa cuadra de la zona rosa siempre esta atascada, todos me parecían desagradables... incluso cuando vi a Ayesha que se acercaba. Qué mal se veía, muy muy "desmejorada", no sé si ha sido el tiempo, pero que diferente al día que la conocí, realmente me deslumbró; esta vez estaba desaliñada, pálida e incluso miraba para todos lados, ponía su atención en todo, hasta en la tele y nada en mí. Parecíamos dos tipejos en una "cita a ciegas", ella mal humorada y sin la mínima intención de compartir nada, ha sido la peor incomodidad desde hace mucho tiempo; además, creo ella ya estaba enferma, de seis cervezas sólo bebió dos, mal síntoma... aunque lo primero que me entristeció fue que no hubo ni un apretón de manos al "saludarnos" y al despedirnos, ja... ella llegó a su auto y lo mínimo que esperé fue —¿te acerco?— al infierno, a mi casa, al tres tres, a dónde sea... Sin embargo, sólo dijo —aquí me quedo—; qué triste escena de despedida, prefiero quedarme con aquella en la que "muy contenta" no sé qué demonios le decía muy de cerca al gringo ese "bonito" y yo furioso salí del lugar para acabar en una delegación por orinar en vía pública. Desde ese día no he bebido cerveza, me sirvo agua simple muy fría y ando paseando por toda la casa con mi vaso de plástico lleno de agua, no sé porque "presiento" que el gusto por el agua será más duradero, la cerveza me sabe como "tears go by"... ahora si que me sabe muy amarga. Ya un par de veces había tenido ese "tipo de reencuentros" y habían sido no desagradables; con Grissel, después de que un día desapareció aprovechando que yo viajaba de Berlín a Madrid, lo último que recibí fue un e-mail en el cual mandaba saludos a mis padres y decía que me cuidará, creo que se escondió muy bien porque la busqué durante meses hasta que recibí una llamada y solo alcancé a escuchar —ya no te quiero Juan—, se cortó e "imaginé que si era el fin". Mucho tiempo después aceptó verme, al encontrarla lo primero que sucedió fue un vacío en el estómago y mucho lloriqueo, necesitaba hacerlo, cerrar de una vez por todas esa historia que al final se volvió ambigua, sin interés y con mi penoso comportamiento de "no me importas". Fue emotivo el "reencuentro", lo único que sé ahora es que se casó, tiene un hijo y ya ni se acuerda de Juan Beat. Al final nadie me recuerda mucho... galería
acerca del autor
Juan Ismael Ramírez Labastida (Juan Beat), México, 1976. Es licenciado en psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue director fundador de la revista estudiantil “Comunicantes”, de la Facultad de Psicología de la misma universidad. Es editor de “Los Avengers Fanzine” y colaborador de la Revista Generación. Ha colaborado en diversas revistas electrónicas mexicanas e internacionales. Sus principales influencias artísticas son: Jack Kerouac, Charles Bukowski, John Fante, Raymond Carver, Fernando Vallejo, Alejandro Jodorowsky, David Lynch, Pedro Almodóvar, John Coltrane, Charlie Parker…
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2 10 2020