Muestras
1 9 2004
Pancartas: el arte como un ejercicio de la libertad, por Alberto Giudici
La irrupción del Grupo Escombros en el escenario de la plástica nacional se remonta a julio de 1988. Y sucedió por medio de un grafitti, algo que en sí mismo define la filosofia del grupo: arte de acción, inserto en un espacio común a todos. El contenido de dicho grafitti explicitaba a su vez el sentido que darían en adelante a sus acciones: “Somos artistas de lo que queda. Nos sorprende seguir vivos cada mañana, sentir sed, e imaginar el agua. ESCOMBROS”. Ser “artistas de lo que queda” marcaba su inserción crítica y militante, pero “sentir sed, e imaginar el agua” alumbraba de modo terriblemente poético el propósito de construir una imaginería visual desde la praxis social. De ahí que la mayoría de sus obras-acciones tengan lugar al aire libre: una plaza; una laguna seca transformada en una cava y usada como paredón de fusilamientos bajo el Proceso; una fábrica derruida; un arroyo. Materiales de desecho constituyen, casi siempre, la argamasa que les da forma. O espacios tomados, como cuando dentro de la estética del Land Art (arte de la naturaleza), cosieron con soga una cicatriz de 30 metros en la tierra; u organizaron en el bosque de La Plata la convocatoria Crimen Seriado propiciando un acto de conciencia: colocar vendas a más de 700 árboles y advertir así el peligro de la deforestación; o cuando (como en su momento Nicolás García Uriburu y Joseph Beuys en el río Rhin), vertieron agua del Riachuelo en botellas seriadas para testificar que los 1000 días prometidos por la secretaria del Medio Ambiente para descontaminarlo, era una mentira más. El hábitat de todo lo vivo, la implacable pobreza, el orden social injusto, la corrupción que corroe el cuerpo social, las heridas sangrantes de un genocidio que arrastró 30.000 vidas, alimentan la praxis de Escombros. Su estética remite al conceptualismo ideológico latinoamericano, llamado así para diferenciarlo de su híbrida matriz en América del Norte. En tres lustros de ininterrumpidas acciones, centradas sobre todo en La Plata y sus alrededores, constituyen un fenómeno único en la plástica nacional y latinoamericana, un grupo que -como señala el ensayista Rodrigo Alonso- “ha dejado una profunda marca en el panorama de la creación contemporánea de nuestro país”. En relación al conjunto de 22 fotografías que ahora presentan en el CCC, en el marco del Festival de la Luz, algunas nunca exhibidas antes, según sus autores se trata de registros de acciones realizadas en tres no-lugares diferentes: debajo de la autopista de Paseo Colón y Cochabamba; en una caldera dinamitada por el ejército en Ringuelet; en una cantera abandonada donde se fusiló a desaparecidos en Hernández, en las afuera de La Plata. El no-lugar es el lugar de una ausencia, un espacio que fue el escenario de una destrucción o de una masacre. No son, sin embargo, meros documentos visuales, en donde la fotografía es apenas un medio. “A nuestro juicio, señalan, el registro fotográfico es un género en sí mismo. El que permite la supervivencia del arte de acción que por su naturaleza es efímero. El otro registro es la memoria de los participantes y espectadores. Pero esto también es otra obra porque la memoria modifica la realidad de lo que fue.” El significado de las fotos, su concepto y su ideología, están contenidos en el primer manifiesto grupal, titulado La estética de lo roto, donde decían: “Somos la estética de la violencia expresiva. Una estética que se basa en la forma rota (el cuerpo crispado); la forma inerme (el cuerpo desnudo); la forma oculta (el rostro velado); el no-color (uso excluyente en blanco y negro)”. De ahí el título de la muestra: Pancartas. Fotos que actúan como carteles, como formas de denuncia. Con esta muestra del principal grupo de arte político del país, la Sala de Artes Plásticas del Centro Cultural de la Cooperación se incorpora al prestigioso Festival de la Luz, que tiene lugar cada dos años y que en esta ocasión convoca en todo el país a más de 270 instituciones ligadas a las artes visuales. Marca pues un hito doblemente significativo en el corto pero intenso historial de esta Sala. Y hace suya el espíritu que guía el accionar del Grupo Escombros: “El arte no es una teoría: es un acto de libertad”.