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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
1 4 2019
Tulio Mora: Sobra la Eternidad por Eloy Jáuregui

Había dejado todo en orden el poeta Tulio Mora porque ya sabía que se iba a morir. El cáncer a los pulmones lo había embestido desde hace unos meses y en los últimos días lo sacudió como a un muñeco, él que pesaba cerca de cien kilos y medía 1.80 cm.  Había dejado en paz segura a sus hijos y a su esposa al final la convenció que se tenía que ir y ella, todas lágrimas y ahogos, había aceptado el ramalazo del destino. Incluso había ordenado sus poemas sueltos para que se publiquen después de muerto y apenas, eso fue su valiosa herencia.
A punto de cumplir 71 años Tulio Mora se encontró con la peor metáfora que pueda hallar un poeta: saber que se está muriendo y se hizo de más sabiduría. Y hace un par de semanas, como quien ya sabía que el aire lo iba a castigar con su ausencia, conversamos cerca de una hora y al final todo fue recomendaciones y encargos. Porque Tulio Mora era un ser humano distinto. Lleno de bondad como nadie, viviendo en poesía como él solo. Y así la muerte nos lo quitó la madrugada de ese domingo 27 de enero y cerramos su ataúd como el más bello poema con un remate exacto y como a él le gustaba.
Para Tulio Mora la poesía fue una necesidad humanitaria en un mundo de canallas. Nuestra historia ignominiosa, las derechas cavernarias, las dictaduras degradantes, ese Perú de barbaries. Por ello, desde que en 1972 vivimos en poesía y con nuestros hermanos del movimiento Hora Zero, construimos un discurso estético y particular como un gran canto nacional donde ensamblamos la literatura popular y la clásica, las
músicas todas, los aullidos complejos y los alaridos telúricos más intensos. Y eso hicimos en Hora Zero, nuestro colectivo que luchó en varios frentes para conquistar un espacio que antes, ni los creadores ni los artistas, lo podían vivir.
En un poema en homenaje al Inca Garcilaso de la Vega, escribió: “Y el placer que causa la palabra / es el dolor que causa la memoria, pero no tengo / más coartada (más mentira) que oponer / a la palabra del Poder el poder de la Palabra”, Siempre el referente histórico. Siempre haciendo hablar a los peruanos. En otro poema le canta a la nación doliente: Pikimachay (20,000a.c. - 14,000a.c.) “Descanso la fatiga de una vida sin culpas / bajo la negra, humosa tierra de una cueva. / Pero antes en las pampas / limpias como el ojo de la luna / fundé la memoria de este país. / Fue como cargar a un puma vivo”.
Hora “Zero reloaded”.
Tulio Mora había nacido en Huancayo (15 de febrero de 1948) y estudió Literatura en San Marcos. Desde esa vez fue parte de aquella vanguardia poética surgida en los setentas. Fue activo gestor en la revista Estación Reunida, donde publicó sus primeros poemas y ya desde 1971 comenzó a simpatizar con la prédica de Hora Zero y su propuesta del “poema integral”.
Luego ejerció tareas sociales en sectores populares, estuvo en la selva y fue periodista en diarios y revistas de orientación de izquierda. En 1977, luego de trabajar en Buenos Aires y Ciudad de México, y ya de regreso a Lima, publicó Mitologías, un libro de poemas que trataba de los lenguajes mítico-fantásticos de la Amazonía.
Ya de esa época es un estilo de vida comunitaria. Tulio Mora, que fue guionista del grupo de cineastas Liberación sin rodeos, nos invitó a los de Hora Zero a vivir en una casa preciosa en la calle Torres Paz en Santa Beatriz. Desde esos días es cuando recitábamos los poemas imaginistas de William Carlos Williams, los versos de Charles Olson y de Robert Frost. De esas horas es que éramos como hermanos, en el momento en que reforzamos ese tercer tiempo de Hora Zero. Ya desde esa vez había emprendido el proyecto del libro interminable, su obra mayor Cementerio general, que fue ese registro de los muertos nacionales y que se hizo como un canto general, allí donde sus sílabas austeras aludían al aullido trágico y ventral de nuestro país. Allí él consolidó su poesía.
Con Cementerio general —que hace un mes se presentó en Barcelona en una edición aumentada— la poesía de Tulio Mora toma un desarrollo lírico de las grandes óperas épicas de la historia. Españoles, criollos, negros y, sobre todo, mestizos son los que conforman tamaño coro. Son poemas a personajes tan particulares que le dan autoridad a seres como Curi Ocllo, Henry Meiggs o Lucha Reyes. Es pues el otro relato, una historia del Perú contada por esos protagonistas fuera del reparto, cuyas versiones difieren enormemente del relato oficial.  
Y hace unos meses presentamos en la FIL 2018 sus dos trabajos últimos, su libro de poemas Oncecielos y la antología póstuma que Tulio Mora preparó sobre la obra del poeta Manuel Morales: Trapos líricos. Esa vez él ya tenía que utilizar oxígeno y ya nosotros lo cuidábamos hasta de su sombra. De ese libro la sorpresa: un poema teatral bien en su estilo. Como en su estilo fue toda su obra de más de una veintena de libros de poesía y tres grandes estudios sobre los casos emblemáticos de violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado interno que asoló al Perú entre 1980 y 2000.
Pero no todo fue literatura. Y no es frecuente el matrimonio entre poetas. Pero eso ocurrió con Tulio Mora que celebró su boda a todo meter con la poeta Tatiana Berger un 5 de enero del 2013. Aquella vez, celebramos la unión con el DJ “Descarga” Omar Córdova en un club de Miraflores y bailamos salsa hasta el día siguiente. Desde que dijo el sí y sin arrepentimientos, todo fue felicidad. Y luego se fueron a vivir a su casita de Miraflores y la vida los premió con dicha y gozo. El domingo murió Tulio Mora y su ternura es un poema que nos conducirá a ese lugar donde sobre la eternidad.

acerca del autor
Tulio

Tulio Mora [Huancayo, 1948 – Lima (Perú) 2019], estudió en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. Durante sus estudios en los años 1960 formó parte del grupo "Estación Reunida" junto con otros poetas y en los 1970 adhirió al Movimiento Hora Zero. Ha publicado “Mitología” (1ra. edición, 1978, 2da. edición, 2001). Viajó a Argentina y luego a México donde el Instituto Nacional de Bellas Artes le concedió una beca. Vivió en Ciudad de México durante cinco años. A su regreso a Lima, publicó “Oración frente a un plato de col y otros poemas” (1985), “Zoología prestada” (1987), “Cementerio general” (Premio Latinoamericano de Poesía, 1ra. edición, 1989, 2da. edición, 1994, traducido al inglés por David Tipton y C.A. de Lomellini bajo el título “A mountain crowned by a cemetery”, Red Beck Press, Bradford, Inglaterra, 2001), “País Interior” (Premio de Plata Copé, 1994) y la antología solicitada por Roberto Bolaño “Hora Zero la última vanguardia latinoamericana de poesía” (Colección Ateneo, Venezuela, 2000). Siguió publicando sus poemarios “Simulación de la máscara” (2006), “Ángeles detrás de la lluvia” (2009) y “Aquí sobra la eternidad” (2012). En el género periodístico ha escrito artículos contra las masacres, las matanzas en los penales limeños y las matanzas a campesinos en las décadas de 1980 y 1990. Su poesía ha merecido diversos estudios, entre los que destacan los de Consuelo Hernández (Universidad de Washington, EE.UU.), Jill Kunheim (Universidad de Austin, EE.UU.) y José Cerna.