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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
3 5 2016
Los desaires de un premio Nobel al gran dramaturgo Fernando Arrabal por Héctor Loaiza

Por su parte, Fernando Arrabal empezó una carrera dramatúrgica y literaria en París desde 1955, y fue un acérrimo opositor del dictador Francisco Franco. Consecuente con sus ideas libertarias, al regresar a su país en 1967 para presentar un libro suyo en Murcia, escribió una provocadora dedicatoria que escandalizó al ambiente mojigato de esa época. La Policía franquista lo detuvo y fue llevado a Madrid, donde Franco le hizo condenar a doce años de prisión. Los más famosos dramaturgos e intelectuales del mundo solicitaron su libertad. Tras pasar un mes en la Prisión de Carabanchel, Arrabal fue liberado y regresó a París.

Su primer encuentro con Mario Vargas Llosa “tuvo lugar en Londres, en el siglo pasado” (1). Arrabal me contó en los años ochenta la anécdota de ese encuentro. Le preguntó a Vargas Llosa dónde vivía, y este le respondió, con una cara falsamente humilde, que residía en una ciudad sin importancia, que era Lima, sugiriendo implícitamente que él no tenía el privilegio de vivir en París, como Arrabal. Por esos años, Vargas Llosa, tras haber residido en París, Londres y Barcelona, regresó a la capital peruana para preparar su candidatura a la presidencia del Perú convirtiéndose en un personaje ineludible en las pantallas de televisión y diarios peruanos.

En diciembre de 1986, Arrabal publicó un breve ensayo titulado La ceremonia de recuperación (2) sin saber que la prensa española ya citaba a Vargas Llosa como un posible premio cervantes. En dicho ensayo, Arrabal afirma que el premio galardona a los “famosos acomodados”. La ceremonia fue siempre celebrada por todos los regímenes para “meter en vereda a los irreverentes y rebeldes”. En 1947, la dictadura franquista se sirvió del músico español para realizar la ceremonia, porque España tenía una deuda enorme con Manuel de Falla. Desde 1905, el músico español pidió que su ópera La vida breve fuera representada en el Teatro Real de Madrid, pero los mandamases de la cultura lo impidieron con “las excusas más variopintas” durante nueve años (3). Al fin, en París, dicha ópera fue puesta en escena triunfalmente en enero de 1914. Este culto tardío por el músico iconoclasta y “afrancesado” llegó al extremo de poner su retrato en los billetes de 100 pesetas en la década de 1940. Fernando Arrabal escribe: “Al fin y al cabo, con su injusticia natural, con su conformismo pamplinero y sus ciclópeas ceremonias de la recuperación, los borregueros de nuestra sentimental y bárbara España fomentaron la rabia tranquila de Cervantes y estimularon siempre las rebeldes vocaciones de los escritores y artistas más heterodoxos y quijotescos de la tierra […] (4).

Evidentemente, una biografía iconoclasta de su maestro, Miguel de Cervantes, como la que escribió Arrabal, Un esclavo llamado Cervantes (5) —que revela su origen judío y su homosexualidad basándose para ello en los estudios más serios de catedráticos franceses y estadounidenses—, fue la mayor afrenta que se podía hacer al chovinismo hispánico. En su ensayo La ceremonia de recuperación, Arrabal añade: “Si el Premio Cervantes de literatura hubiera existido en el siglo XVII, no hubiera extrañado a nadie que lo ganara don Alfonso Fernández de Avellaneda, autor del falso don Quijote, pero muy mucho que se lo dieran a Cervantes. No lo hubiera merecido” (6).
No vaya a creer el lector que Arrabal conserva un rencor por Vargas Llosa. Al contrario, me afirmó que le encantaba su obra literaria. Por otra parte, aclara en su artículo Una soberbia modelo: “Posteriormente, en nuestros actos comunes (¡tres!), también del siglo pasado, Vargas Llosa me trató con cordialidad e inmerecida generosidad [...]” (7).

Mario Vargas Llosa, desilusionado con su derrota electoral ante Fujimori en 1995, declaró en un programa cultural de la televisión francesa que la mayoría de sus compatriotas eran racistas, y que no lo habían elegido porque tenía la tez blanca y prefirieron al “Chino” Fujimori. Se fue a vivir a Barcelona, se naturalizó español y, como un gesto de reconocimiento, el gobierno hispánico le concedió el Premio Cervantes en 1994.

En ese mismo año, ante el veto por parte de intelectuales de izquierda italianos para que Vargas Llosa formara parte del jurado del Festival de Cine de Venecia, Arrabal lo defendió criticando acerbamente a la intolerante campaña. Toda la prensa italiana reprodujo su ditirambo. Tuvo la iniciativa, como un gesto de cortesía y solidaridad, de enviar por correo un “paquetón” de recortes de diarios a la casa que Vargas Llosa poseía en Londres. Algún tiempo después, Arrabal recibió una carta de la “secretaria” de aquel con un acuse de recibo manuscrito que decía: “[...] Hemos recibido su pliego, que transmitiremos lo antes posible a Mario Vargas Llosa [...]".

En 2015, Fernando Arrabal y Mario Vargas Llosa fueron nombrados “co-invitados de honor” de la Feria del Libro de Porto Alegre (Brasil). Varias horas antes del almuerzo, Arrabal tuvo la “dicha inmerecida” de jugar una partida simultánea de ajedrez con treinta rivales. Como todavía estaba convaleciente de un problema de salud que había padecido meses antes, no podía caminar durante cuatro o cinco horas seguidas sin descansar. Por eso, los encargados de la Feria encontraron a una voluntaria, “una soberbia modelo brasileña” —escribe Arrabal—, para que empujara su silla de ruedas. De sopetón, Vargas Llosa y su exesposa, Patricia Llosa, dieron una vuelta por la sala en que Arrabal animaba la partida simultánea de ajedrez y se encontraron con la imagen patética —para ellos— de Arrabal transportado en la silla de ruedas. Nos imaginamos la cara que pusieron, como si el gran dramaturgo hispánico ya tuviera un pie en la tumba.

Arrabal nos dijo en marzo de este año que Vargas Llosa y su mencionada exesposa, en el almuerzo que tuvo lugar más tarde, se mostraron “inmerecidamente encantadores” con él. A la hora de la despedida, Patricia Llosa le dijo en tono cariñoso:
"—Nos tenemos que ver.
—Desgraciadamente, no sé dónde puse vuestra dirección en mi leonera parisiense" (7) —respondió Arrabal.
Entonces, Patricia Llosa escribió la dirección en un trozo de papel con su preciosa letra, “[que en España solo usan las alumnas que tuvieron la suerte de educarse con las 'teresianas']” (8). Era la misma letra con que la "secretaria" de Vargas Llosa le había escrito en 1994 una carta acusando el recibo de los recortes de prensa.

Comprendemos por qué Fernando Arrabal se sintió una vez más desairado por esta frívola manifestación de la pareja Vargas Llosa. Debería existir un respeto mutuo entre dos creadores de belleza y dos celebridades mundiales de la cultura.

 

(1) En su artículo Una soberbia modelo, publicado en el diario ABC de Madrid el 2/12/2005.
(2) En su ensayo corto La ceremonia de recuperación, publicado en el diario El País de Madrid en diciembre de 1986 e incluido en su obra Pingüinas / Un esclavo llamado Cervantes, Los libros del innombrable, Zaragoza, 2016.
(3) Ibid.
(4) Ibíd.
(5) Primera edición, Espasa, Madrid, 1996.
(6) En su ensayo corto La ceremonia de recuperación, publicado en el diario El País de Madrid en diciembre de 1986 e incluido en Pingüinas / Un esclavo llamado Cervantes, Los libros del innombrable, Zaragoza, 2016.
(7) En Una soberbia modelo.
(8) Ibíd.

 

acerca del autor
Héctor

Nació en Cusco (Perú). Vivió en Buenos Aires de 1959 a 1962. Estudios en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos de Lima. Sus cuentos fueron publicados en revistas literarias. Reside en Francia desde 1969. Publicó en francés “Le chemin des sorciers des Andes”, Robert Laffont, París, 1976, “Botero s’explique”, La Résonance, Pau (Francia) en 1997, “El camino de los brujos andinos” en Diana de México, 1998 y la novela “Diablos Azules”, Editorial Milla Batres, Lima, 2006. La edición francesa de la novela “Démons bleus à Cuzco”, Éditions La Résonance, Pau (Francia), 2009. La reedición en español de "Diablos Azules" fue publicada por Éditions La Résonance, Pau (Francia), 2010. Acaba de publicar la voluminosa novela en francés “Le Nomade stellaire” (El Nómada Estelar), Éditions L’Harmattan, París, 2018. Desde 1976, es miembro de la Société des Gens de Lettres (SGDL) de París y de la Société Civile des Auteurs Multimédia (SCAM). Entre 1981 y 1999, ha colaborado en semanarios y revistas de París y en diarios latinoamericanos con artículos sobre literatura y arte. De 1998 al año 2000, fue director de la revista en francés Résonances que —a partir de enero de 2001— se convirtió en el website, Resonancias.org.