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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
1 11 2013
Nada que declarar de Carlos Oyague Pásara

CORPORE INSEPULTO
(Soneto)

Con furia irrevocable y al galope,
en la montura el odio desbocado;
caballero fatal incontrolado,
hiere y mata con singular estoque.

Su fraticida ira no perdona
agravios, rencillas ni entuertos,
claman venganza insepultos muertos;
perdida la guerra, no abandona.

¡A las trincheras!, ¡A pelear! , se escucha,
sorda la orden que al llamar proclama:
¡Matad los hijos de la misma Madre!

Caídos ya todos, sigue la lucha
por la generación que lo reclama,
que es la de los hijos de aquel Padre.

 

LA POESÍA
(Cuartetos)

De algún poema olvidado
que prendió en el pensamiento,
ha brotado el sentimiento
que hoy fluye desbordado.

Surge la fuerza que alienta,
el intelecto que asume,
como fuego que consume
la leña que lo alimenta.

Veo entonces florecer
guirnaldas de la memoria;
vida, amor, historia,
noche y amanecer.

Son recuerdos que destilan
ideas y fantasías,
germinando poesías
las palabras que vigilan.

Este en mi universo:
de sonetos y cuartetos,
de décimas y tercetos,
de letra, palabra y verso.

 

CREPÚSCULO
(Soneto)

Ni el mejor pintor con su pincel,
podría copiar del Cielo inmenso
y los colores llevar al lienzo,
del crepúsculo marino aquel.

El Sol lentamente en su declinar,
multicolor enciende el celaje,
iluminando su luz el paisaje
que cambia cuando se hunde en el Mar.

De sangre se tiñe el poniente;
el horizonte su línea pierde
y van palideciendo los colores.

Las sombras que avanzan desde oriente,
traen la oscuridad que se cierne,
apagando así los resplandores.

 

LOS TROPELES MERCENARIOS
(Serventesios)

Volverán los tropeles mercenarios
a repetir antiguas conquistas,
con sus sables de acero milenarios
y fieros perros sueltos de sus ristras.

Mutilando férreas voluntades,
rendidas a su violencia urgente,
van sembrando en todas las edades
el procaz desenfreno de la gente.

Con sones de dulzainas engañosas
van empalagando las conciencias;
les siguen plañideras dolorosas
fingiendo descaradas apariencias.

Inclementes y sordos a los ruegos,
van cobrando en sangre sus salarios.
Tu muerte apagará sus fuegos,
pero no los tropeles mercenarios.

 

E L DUELO
(Cuartetos)

Con sangre limpió su honor el hombre.
Fueron testigos, el bosque y la luna,
y una canalla noche lobuna,
que desató una infiel sin nombre.

En las diestras los machetes al viento
centellean con furia homicida;
por la hembra se juegan la vida
y van a matarse en el intento.

Como fieras se miran y arremeten;
ágiles, hermosos en su bravura.
Encarnadas flores, la hoja dura
brota, cada vez que se acometen.

Dando un ronco grito, cae el rival,
a terminar en tierra su agonía;
con su sangre pagó la felonía,
pero dejó una herida mortal.

Hacia su hombre corre la infiel;
marcada por su trágico destino,
mas, su muerte ya está en camino;
precedida por una súplica cruel.

¡Perdón! , pidió el hombre decidido,
y de certero tajo la mató.
Después, mirando al Cielo se murió,
consciente de su deber cumplido.