Lunes 29 | April de 2024
Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
2 3 2013
Esa extraña cuestión llamada amor (fragmento) por Sheina Lee Leoni

Capítulo I
El autobús paró exactamente a las diecinueve y diez minutos, luego de un extenso recorrido desde el centro del país hasta la capital. Benjamín Méndez cargó su mochila, bajó del mismo, y retirando su equipaje se acercó a la azafata a preguntar por el transporte que lo llevaría hasta su casa.
-Disculpe Señorita, ¿me podría indicar dónde puedo tomar un taxi para ir a esta dirección?
-Seguro -responde la azafata mirándolo a los ojos, perdiéndose en los ojos color dorado que la miraban atentamente.
-En unos minutos tendrá uno aquí mismo, atrás de todas esas personas, pero yo podría conseguirle uno en este mismo instante, si tiene la amabilidad de acompañarme… -dijo la joven sacudiendo su negro cabello y enviando una provocativa mirada.
Indiferente a sus encantos, Ben le contestó:
-Muchas gracias, prefiero hacer la fila como todo el mundo. Nunca me gustó pasar delante de nadie si no me corresponde.
-Póngase en la fila entonces, deberá esperar como media hora por lo menos -dijo la joven, furiosa.
-Estoy acostumbrado a esperar, media hora no es nada para mi -volvió a responder Ben amablemente.
Esperando en el lugar indicado, Ben era el foco de atención de muchas miradas. Pese a no ser demasiado alto (aproximadamente 1.65) y parecía sonreír cuando miraba.
Sus ojos azules solían cambiar a un color verde intenso, en momentos de pasión, y eran acompañados por un cabello muy claro, en el que se destacaban hebras grises cuando el sol jugaba con ellos.
Cuando le toca el turno, sube rápidamente al taxi.
-¿Dónde vas? dijo el taxista.
-A la calle Quebracho treinta veinticinco.
-Ajá –el chofer pensó y se decidió a entablar conversación. -¿Eres de ésta ciudad?
-No, soy de Montoya, un pequeño pueblo en el centro del país.
-¿Y has venido a quedarte o a pasear a la capital?
Amablemente, aunque cansado ya de tantas preguntas sin sentido, vuelve a responder:
-He venido a quedarme, gané un concurso en una empresa de cobranzas y tarjetas de crédito muy grande, y bueno, me van a probar por un tiempo.
-¿Eres muy joven, no estudias?
-No soy tan joven, creo que lo parezco por mi altura (pese a sus veintiocho años, parecía aún un joven adolescente) –sonrió con una sonrisa, que sólo logró despertar en el taxista una mirada sensual.
-Y si, estudio Bellas Artes, voy a terminar mis últimas dos materias en la Universidad de la capital, aprovechando mi traslado.
-Una oscura sombra cruzó por los ojos de Ben cuando recordó una de las más importantes y verdaderas razones por las que había decidido irse de su pueblo, a una ciudad más grande y anónima.
Sus pensamientos intentan abandonarlo, pero el taxista lo hace retornar al presente al hablarle:
-Te dejo mi tarjeta, tal vez quieras pintarme un retrato… -arriesgó el taxista estirando la mano y pasando sus dedos por entre la mampara del taxi.
-No va a ser posible -dijo Ben sonrojado-. No pinto retratos aún.
-Cuánto le debo? -preguntó abriendo la puerta, sólo quería pagar y huir rápidamente del vehículo.
-¡Eres un tonto! ¡Quisiera saber el tiempo que va a durarte esa ingenuidad en esta ciudad! Son doscientos pesos.
Ben bajó del coche y corrió rápido al sitio donde viviría, casi en el centro de una pujante y escandalosa ciudad.
Cuando llegó al quinto piso y entró al departamento de un solo ambiente que su tía le había dado para vivir, se maravilló de ver esa pequeña cajita de cristal iluminada por miles de luces de diferentes colores que entraban por los vidrios.
A medida que él iba recorriendo el pequeño lugar, ilusionado y asombrado, le parecía estar dentro de un caleidoscopio de vivos colores.
-Oh, Oh, jamás lo hubiese esperado -dijo casi feliz.
Detrás de un fino tabique, había una enorme cama con un acolchado azul cielo, que hacía juego con el tono claro de las paredes.
Hacia la derecha de la entrada, una pequeña cocina con 2 altos bancos para comer en una especie de mostrador, y casi al lado un pequeño baño que hacía juego con el entorno.
Por último en el centro un sofá, con una mesa ratona y una pequeña TV.
¡Dios, mío esto es maravilloso! ¡Jamás esperé una cosa así! -piensa Ben. Cuando finaliza de recorrer el lugar, la música del celular, suena insistentemente y lo sorprende.
-Hola, Ben, soy tía Ana. ¿Cómo está mi sobrino predilecto? ¿Llegaste bien? ¿Cómo está todo? -pregunta su tía
-Llegué bien y todo es encantador, ¿cómo podré pagarte todo esto? Imposible…
-Ya está pago…. con los veintiocho años de amor que me diste siempre, y que han sido los que me mantuvieron con vida hasta este momento. Vive en el cuánto quieras, y sabes que el día que muera… queda para ti.
-Oye, tía. ¡No hables de muerte!
-¡Ja, ja, ja! Está bien. Se feliz, como creas que debes serlo, con quien quieras y olvida la mente enfermiza y retrógrada de tu padre….Cuídate, y cuida el sillón cama, para un viejita que tal vez, en algún momento vaya a visitarte.
-El sillón cama y mi corazón esperan ansiosamente a la joven tía que tanto amo y a la que le debo todo… responde Ben
-Te quiero, hijo, se feliz…..te lo mereces.

acerca del autor
Sheina

Sheina Lee Leoni, profesora de Sociología en enseñanza media de Uruguay y experta E-Learning de la Universidad Virtual FATLA. Le gusta escribir, dedica todo su tiempo libre y no tan libre a hacerlo (tiene varios libros publicados) y además colabora con varias revistas y periódicos sobre temas diversos, generalmente referidos a la actualidad social. “Esa extraña cuestión llamada amor” es su primera novela. Se enamoró de sus personajes y ha decidido no dejarlos morir en el olvido.