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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
30 6 2012
Con todo respeto por Silvia Hebe Bedini

Sí. ¿Otra vez con lo mismo? Ya lo saben muy bien; soy una streaper, ¿y qué?

Me lo preguntan una y otra vez, cada vez. ¿Hace falta? ¿Realmente deben seguir ese protocolo de manera tan rígida? Es ridículo, absolutamente ridículo.

Si creen que por ser una streaper tuve algo que ver con la muerte de Raúl, les aviso, —les repito—, que se equivocan y fiero. Habrá sido un reventado para mucha gente pero conmigo se llevaba bien, me respetaba y yo por eso lo respetaba a él. Había un profundo cariño entre nosotros, una amistad verdadera.

No, no tengo idea de quién pudo haber sido, ya se los dije, ni tampoco por qué me lo vienen a preguntar a mí decenas de veces, y ahora también en el colegio. Se imaginarán que acá no saben sobre mi trabajo de la noche, y les pido que no lo mencionen. ¿Puede ser? ¿Es mucho pedir?

De primer grado, sí, soy maestra, de primer grado. Siempre lo fui, desde los 18.

Deudas, deudas que no esperaba, por ninguna otra razón; nadie me obligó a buscar otro trabajo.

No, no estuve con él esa noche. No me tocaba ir. Pero estuvimos juntos por la mañana; me ayudó a correr unos muebles, a redecorar mi habitación y la de mi hermano; era bueno en eso.

¿Mi hermano Fabián? 15 años, y es epiléptico. Tuvo un tumor cerebral cuando tenía 8; lo operaron y le salvaron la vida, pero quedó con epilepsia. Severa, sí. Ahora está controlado con la medicación y además pudimos conseguir uno de esos perros que avisan cuando va a tener una crisis. Tuvimos suerte, no es fácil que el hospital te asigne uno de esos perros; hay una lista de espera muy larga, pero se nos dio, y así Fabián puede vivir de una manera casi normal; estudia; tiene novia. Con él todo bien. Y tampoco sabe sobre mi trabajo de streaper. Cree que me quedo a dormir en casa de una amiga para cuidarle el hijo.

¿Por qué Raúl me ayudó con los muebles? Porque no tengo más familia que mi hermano. Y ya les dije, éramos amigos, y nos respetábamos. Nos entendíamos y nos respetábamos. Sí, claro que valoro al respeto, ¿cómo no lo voy a valorar? ¿Ustedes no?

En algunos lugares uno se siente obligado al otro, siente obediencia, pero respeto…no sé, no sé si en cualquier lugar uno encuentra respeto. A veces ni en tu propia casa lo encontrás. Y Raúl pedía que lo respetasen, lo pedía casi con exigencia, mal. Quizás porque nunca pudo respetarse a sí mismo. Algo de eso me debe haber pasado a mí, andá a saber, no lo sé, tampoco lo creo. En todo caso es un problema mío.

Ya sé que es riesgoso, no necesito que ustedes me lo vengan a decir ahora. Yo los conozco a cada uno de ustedes… ¿O no? Bailar como yo bailo no genera aplausos exactamente. Y más de una vez Raúl tuvo que salvarme de ser violada a la salida, allí mismo, ¿lo pueden creer? ¡En la propia salida del antro! ¡En plena calle! ¡Díganme en dónde mierda estaban ustedes en esos momentos! Adentro, claro. Ahí estaban, en donde nunca pasa nada porque justamente están ustedes supuestamente “vigilando”. Y pensar que les pagan por eso…

No, yo ya lo conocí como travesti. Raúl tuvo una infancia terrible, lo violaron decenas de veces; el tío, el marido de la madre, un empleado del tío. Me contó que lo agarraban entre los tres y lo dejaban reventado; y era un pibe, pobrecito, no pasaba de los 10 años cuando comenzaron a abusar de él. ¿Qué vida podés planear después de pasar por algo así? ¿Cómo quedás? Y en la clase social de él no se hablaba de ir a psicólogos o de consultar a asistentes sociales. El daño se hace y recontrasigue haciendo sin que nadie se meta a salvar a los pibes, aunque lo sepan. Cobardes… Y después esos pibes cuando son adultos se quieren suicidar o se dan vuelta como guantes para dejar de ser los que fueron, para sacarse de encima la identidad que los dejó quemados por dentro. Para un pibe de 10 años eso es una tortura atroz, pónganse a pensar. Es horrendo. Se sienten culpables, les hacen creer que son ellos los que provocaron la situación, los amenazan para que no hablen; es terrible. Raúl zafó mejor que muchos otros, pero sí, claro, se convirtió en un hijo de puta, frío, calculador, insensible a los demás; y yo no lo culpo. ¡Si ni la madre, sabiendo que abusaban de él lo quiso proteger en aquellos momentos! ¿Cómo puede después ese pibe confiar en alguien o tener compasión de otros?

No, no me estoy yendo por las ramas, para nada. Alguien que fue abusado tiende a buscar que sigan abusando de él durante toda su vida, aunque sepa que es lo último que desea en el mundo. Será inconsciente, no lo sé, pero lo he visto mil veces. Buscan ser tratados mal; y en nada me sorprendería que haya sido algún cliente nuevo, de esos que buscan a los travestis para luego martirizarlos, el que lo haya matado.

No lo sé, creo que no, no tenía una pareja estable en estos meses…Además…él sentía cierta fascinación conmigo, decía que quería ser como yo. Bueno, eso decía, no sé. Yo notaba que estaba obnubilado, así lo definiría: obnubilado. Cuando venía a casa, se sentaba en mi sillón y me miraba hacer cosas con una sonrisa estática, dulce. Quizás pensaría en qué fácil hubiese sido nacer mujer y con cojones; tener un hermano para cuidar, para no sentirse solo. O en no tener que usar un disfraz de estrógenos, maquillajes y perfumes caros para parecer una mujer a quien se debe respetar. El decía siempre eso: “Si usás un perfume caro, la gente se da cuenta y te respeta más”.

Está bien, perdón, ahora sí me fui por las ramas. Perdón.

¿Por qué quieren saber más acerca de mí? Ya les conté todo.

¿Las deudas? ¿Qué tienen que ver mis deudas con la muerte de Raúl? Ahora son ustedes los que se van por las ramas; y yo debiera estar en la clase con los chicos. ¿Qué quieren saber sobre mis deudas?

Para comprar la casa en donde vivo, para eso me endeudé. Para comprarme un auto por si a mi hermano le agarraba una crisis de esas que no paraban con la medicación y tenía que llevarlo de urgencia al hospital. No siempre tenía plata para un taxi, y no siempre las ambulancias llegaban enseguida cuando las pedía. Era cuestión de vida o muerte para mi hermano. Además, en departamentos alquilados, en los decentes al menos, no te dejan tener semejante perro, porque es un labrador. No, esos no, los de color blanco y negro, pero son grandes, sí.

Sí, pude haber conseguido otro trabajo “más decente”; hubiese podido trabajar de cana…pero pagaban mal, sabés?

 No, no te estoy cargando. ¡Sos vos el que me está discriminando!

Estamos hablando de comprar una casa cuando yo tenía 22 años y trabajaba de maestra. ¡Decime vos cómo carajo lo podés hacer si no es trabajando en algo así! Y no fue algo tan dramático tampoco. Me costó decidirme; tardé meses, pero al final acepté y me la pude bancar. No es tan complicado; tenés que perder la timidez, pensar que tu cuerpo es tu herramienta de trabajo y listo. Bailar, tratar de que te toquen lo menos posible y ducharte durante una hora al llegar a tu casa para quitarte cada mirada de encima. No me hace ni mejor ni peor mujer. Y me importa un carajo lo que piensen ustedes. Si no se lo digo a mi hermano o no lo mencioné en el colegio es porque no puedo prevenir los pensamientos obtusos de todo el mundo y porque no hay necesidad de comentarlo. Punto. Y eso se me debe respetar. Pero a mí no me denigra sacarme la ropa dos noches a la semana para una docena de babosos que si me viesen en la calle, y de día, no me reconocerían. Yo no miro a nadie, no me importan. A Raúl sí, a él ese trabajo lo hacía sentir una resaca, pero él tenía otras razones, otros problemas. No, no uso cocaína ni ninguna droga. Basta con eso, por favor. Ya se los dije varias veces. No, tampoco lo vi a Raúl drogándose, no.

¿Me puedo ir ahora?

¿Qué? No, claro que no lo sabía. Me dijeron ustedes mismos que alguien lo apuñaló. No me lo dejaron ver porque yo no era un familiar. ¿Cómo iba a saber que…?

No entiendo. Ya me citaron varias veces en la comisaría, fueron a mi casa, ahora vienen al colegio para seguir preguntándome las mismas cosas y para indagar más sobre mi vida… ¿y recién ahora me cuentan ésto?

¿Qué buscan? ¿Qué creen? Raúl era mi amigo, yo jamás hubiese hecho nada para…

No puedo aceptar siquiera que fue un suicidio con ayuda, ¿qué dicen? ¡Yo jamás lo hubiese ayudado a matarse! ¿Están detrás de mí porque piensan que lo ayudé a matarse?

¿Es por eso? No se puede creer…Recién ahora me dicen que fue un suicidio, recién ahora… No lo puedo creer, simplemente no lo puedo creer. Raúl no se hubiese animado a …

Pero dicen que lo ayudaron. ¿Eso dicen? Qué alguien lo ayudó a matarse…pero, ¿quién iría a…?

Sí, claro que sabíamos que estaba enfermo. ¿Quiénes se piensan que lo acompañaban durante las sesiones de quimioterapia? No, Fabián no iba al hospital pero lo cuidaba en casa, cuando Raúl no paraba de vomitar por esas drogas de mierda. Sí, y Raúl era quien cuidaba a Fabián cuando la epilepsia empeoraba, sí. Era nuestra familia, realmente lo era.

No…no. No. No conozco a nadie que pudiese haber actuado de cómplice, no. Ya les dije, nosotros lo cuidábamos; no lo dejamos solo como hicieron muchos; será por eso que siguió bancándose ese tratamiento infernal hasta el final.

Tampoco entiendo cómo pasó; ustedes no me dicen nada. Me hablan de un suicidio, de cómplices, acá, en el colegio, mientras yo pienso en los chicos de mi clase esperándome. Todo esto es una locura; no quiero seguir hablando. Cítenme por décima vez en la delegación si quieren, explíquenme qué pasó, cómo los puedo ayudar, pero dejen de jugar al gato y al ratón de una buena vez conmigo. Y no, ¡no soy irrespetuosa! ¡Están hablando de mi mejor amigo! ¡Lo mataron! ¡Lo hicieron mierda! ¡Eso me vienen diciendo ustedes desde hace semanas! ¡Y ahora me dicen que se suicidó! ¿Cómo quieren que reaccione? ¡Vienen a verme acá para decirme esto! Me acosan, no me dejan en paz. Fueron a mi casa casi a diario. ¡Esto es acoso policial, no es otra cosa! ¡Déjenme en paz; déjenlo en paz! ¡Nunca les interesó como persona mientras estuvo vivo y ahora están todo el tiempo encima de su cadáver!?

Sí… me calmo, me calmo. Está bien, me calmo, pero déjenme ir a mi grado; déjenme ir con mis chicos de una buena vez. La directora no está feliz con ustedes en el colegio y no quiero perder mi trabajo.

Sí, mi trabajo. Este es mi trabajo, el que quiero conservar, no el otro.

Es verdad, a fin de mes renuncio, sí, no es una novedad para nadie; ya terminé de pagar mi casa. ¿Y con eso qué?

¿Ahora me van a decir que Raúl me dejó una herencia o algo así y que por eso soy la sospechosa número uno? Por favor…

Raúl me a-do-ra-ba; a ver si lo entienden, y yo lo quería mucho. Busquen por otro lado, no hay nada que buscar en mi vida que los lleve a la muerte de Raúl, y mucho menos a un suicidio, mucho menos. Yo jamás lo hubiese permitido, yo lo quería en mi vida. Lo tenía a mi hermano y a él, a nadie más.

Gracias. Realmente tengo que seguir trabajando, no quiero tener problemas acá, y ya los estoy empezando a tener con todo esto.

Sí, claro, estoy a “su disposición”, pero no me acosen así. Y mucho menos acá.

Buenas tardes, chau. La puerta del costado está abierta, salgan por ahí, sí.

Chau…

            Nos debés una, Raúl. Y yo te debo tantas aún…
            Esperanos allá arriba, con el mate listo. Y sabé que te perdono
            por haberme
robado esas sandalias doradas con taco aguja.
            Siempre fueron tuyas.