Cómo llegué a Resonancias, no lo recuerdo muy bien, lo que sí, es que aproximadamente desde el 2002 gracias a Dan Loaiza y a Héctor Loaiza he tenido la oportunidad de hacerme presente en una de las revistas electrónicas más importantes no solo de literatura, sino de arte en general. Resonancias es totalmente vanguardista en el sentido que siempre incluyen nuevas formas de expresiones literarias, desde ensayos geniales hasta poesía desenfadada que frecuentemente aún la “comunidad” literaria no acepta bien.

En este medio es complicado publicar, más cuando en lo particular hay un conjunto de influencias que me han conformado como ser humano y como “escritor”. Resonancias me dio el empuje incluso anímico que necesitaba para no darme por vencido, muchas veces me sentí “acabado”, y me parecía que solo en el establishment se tuviese oportunidad de mostrar la sencillez de mis textos nada rimbombantes ni espectaculares, solo eran y siempre seguirán siendo como un “bop saliendo de un viejo walkman” y  Resonancias ha sido el mejor “intérprete” de mi forma de percibir el mundo. Y en ese sentido Resonancias ha sido una revista arriesgada, sus editores muy talentosos se han atrevido a incluir noveles autores, no mediáticos, que sin embargo somos parte de un nuevo universo de la expresión de estos tiempos tan radicales llenos de tecnología y no mucha sobriedad.  Gracias por todo a Resonancias.