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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
2 12 2010
Tres historias de Kevin Bello Parada

 

LA HISTORIA DEL TRISTE CARRETERO QUE LLEGO A SER FELIZ

El triste carretero arrastraba su carreta, llevando cántaros en ella de la fuente a los huertos, está triste el carretero, va lento como todo lo triste y su carreta parece desbaratarse en su andar. Va y viene, llevando cántaros de la fuente a los huertos, de los huertos a la fuente, su camino es el mismo arreado de sudor y su vetusta carreta que arrastra bajo las brasas del sol veraniego.

Luego vienen los románticos, los amantes que van por las veredas arrancando nardos y rosas silvestres para cortejar a sus amadas. Vienen sonrientes, con sus rostros radiantes de alegría y dando suspiros de amores que le dan aliento a las ciernes del campo, con sus aromas de alabastro, cantando romanzas que ruborizan a las nubes haciéndolas ver como un ocaso eterno.

Pero llegó la lluvia, azotando a los huertos, oxidando los pétalos de las flores que cabizbajas se marchitan con el andar del invierno. Y he allá el carretero sentado frente a la hoguera contándole fábulas a sus hijos mientras toma el té con su mujer, sonrientes y descansando de arrastrar la vieja y triste carreta de la fuente a los huertos para regar a las ciernes. Y he allá, los amantes ahora deprimidos, escribiendo poemas en el frío de sus habitaciones viendo como se marchitan las flores de los huertos, hasta que la lluvia cese.

 

 

 

RAYO DE ALBA

Un rayo del alba rozo a mis ojos, los tocó con el dedo tembloroso de la luz hasta hacerlos brillar en medio del sueño en el que reposaban. Aquella silueta que emergió de la nada como un viento de repente, se hizo carne y candil al verla frente a mi mirada absorta.

Bella, tanto como el claro de la aurora que mancha de fuego el agua en quietud. Ella llegaba a mi vida para deshacer los otoños, calmar los inviernos, refrescar el verano y engalanar la primavera, que con sus ciernes silvestres le hacía venias y cortejos a su marcha nupcial.

Ella, frágil y tierna como la voz de una niña, con la suavidad con que la mañana desviste a la luna, se sumergió en mi mundo de sinestesias y versos de nadie, para hacerlos tan suyos como ella tan mía, para hacernos de nadie, tan solo de los dos.

Ella, brasa de fuego que camina en mi cuerpo, que deja huellas de su llama, que me arde tan adentro donde ahora está encendida. Bella, hermoso cisne que vuela entre cuervos, como la blanca luna que se asienta en la sombra profunda que es la noche. Ella es, a quien mi deseo llama cada noche de mis días.

 

 

 

ESCRIBIR O NO ESCRIBIR, ESA ES LA CUESTION

Si algún día debía pensar que escribir es en vano, hoy es ese día. Hoy la palabra estorba, aturde y desespera. Hoy no hay placer en lo hablado, en la frase meditada que abandonaría la vitela de la mente para estamparse en una oración de signos rebuscados. Hay hastío por los adverbios insípidos, los adjetivos como tiras adherentes siguiendo un patético sustantivo. Los colores se resumen a gris y garzo; el mundo observado ahora me mira, indefenso, absorto y de rodillas como quien ruega en la plegaria, inútil a mí mismo, sin ser yo mismo para otros y en los otros ser el mismo, aquel que nunca fui y para siempre seré.

Hoy escribir es una aventura frustrada, un amor mal hecho que no dejó nada, solo huesos secos en el cementerio de la memoria. Escribir no es un camino ni una senda, hoy he descubierto que no lleva a ningún lugar para encontrarnos con nadie. El álgebra del mundo, los ejércitos invencibles de la palabra, el arte minoritario y deshumano de abandonarnos a la soledad y al silencio, al sueño y al destierro, a la patria añorada, al puerto al que jamás volvemos, a la amante marchitada por la crudeza del olvido.

Escribir para crear dirían mis maestros. Escribir para defendernos de la vida y del miedo de morirnos. Escribir para embellecer, para deteriorar, para arrancar, para plantar, para edificar, para destruir, para amar, para odiar, para volver a ser humanos y para dejar de serlos, para recordar, para olvidar. Escribir ¿Para qué? Para nada. Al fin y al cabo hasta para no escribir se necesita hacerlo.

acerca del autor
Kevin

Kevin Bello, Cartagena (Colombia), 1986. Escritor, periodista y productor musical colombiano. Ha colaborado con distintos medios radiales y escritos de Latinoamérica como Caracol Radio, RCN Radio (Colombia), Diario Olé (Argentina), Panamá América (Panamá), entre otros, labor que desempeña desde muy temprano. A los 19 años incursiona en la producción y composición musical como miembro asociado de The Latin Academy Recording Arts and Sciences (LARAS – Grammy). Sus obras primigenias ondeando en los géneros de la lírica y la narrativa, con cuentos, poesías y fragmentos de sus novelas, han sido publicadas en distintos suplementos literarios.