Jueves 16 | Mayo de 2024
Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
1 2 2010
Sanus Terra (cuento) por Carolina Paton

En algún lugar del mundo…donde comer es nuestra disponibilidad del día…
El ruido incandescente de la cocina. Los cocineros separan la carne para tirarla a la parrilla. En la barra del restaurante, dos hombres comiéndose sus “hot-dogs”, rebalsando sus bocas. Pobres angelitos. Gente caminando, ojeando mesas. Atraviesan escasamente por unos recovecos, mesas apostadas. El mozo limpia la mesa, antibacterianos bien distribuidos. —Señores pueden sentarse. Una pareja se instala, sus definidos torsos, acomodados en la silla incómoda, sus espaldas topan con una estructura metálica que da un escalofrío. El galante mozo: pantalones rayados blanco con gris, delantal a media cintura, zapatos negros, y con gran sonrisa: —¿Qué se van a servir?, libreta en mano para anotar los pedidos. Un cliente se levanta y no ha pagado la cuenta: —Señor, señor, por favor, la caja está a la salida. Lleve la boleta que está debajo del cenicero— dice el mozo preocupado. Sus ojos bailan para ubicar a otros despistados… —Maestro va un sándwich de ave con palta, sin mayonesa. —Maestro otro sándwich churrasco con tomate, sin ají o chile. Las cosas están ardiendo en algunas partes del planeta. La pareja muy acaramelada, se toman sus manos, miradas directas a los ojos. Él le susurra a su bella: —cariño tienes una pestaña en el párpado. —No me la saques, replica ella. —Sabes que me la guardaré. Puso sus delicadas manos, tomó la pestaña y, se abrió un poco su pollera, y suavemente la introdujo por el escote. Su galán atónito con tanta superstición, abrió los ojitos para ver si podía poner zoom al escote… —¿Porqué guardaste la pestaña? pregunta el enamorado. —No sabías que guardándola en una de tus partes privadas, trae buena suerte. Otro señora sola en la mesa de al lado pide un filete de pechuga de pavo, sin una gota de grasa; ensalada de tomates con palta y un jugo de frambuesa. ¡Qué buena dieta! Todos los oligoelementos, proteínas y vitaminas son un volcán en ebullición, la Madame que tenía sus cuantos kilitos de regalo. Ahora de haber visto todo este pequeño espectáculo, porque el teatro de los gourmet es fascinante, me vengo a dar cuenta, que de tanto mirar, no he ordenado mi comida. Me encanta observar; a veces sólo un café es mi compañía, para salir de mi habitación desordenada por la soledad. Mi hijo, escasamente, me viene a ver para el día del Padre. De cumpleaños ni hablar, parece que su frágil memoria le avisa año por medio.  Como a nadie le falta perro que le ladre. Me compré un perro “Jack Russell” que hace delicias las más ásperas tensiones de la vida. Me ha sorprendido un joven que se sienta a mi lado. Yo pedí un churrasco con palta. Éste joven no ha alejado la vista de su hot-dog; le pone y le pone kétchup y mostaza, sus bigotes se han teñido de una untuosa y extravagante mezcla. La “coca-cola”, se la tomó en dos sorbos, mira el reloj a menudo, trae un llavero que tiene un barómetro y una brújula, me trato de asomar por entremedio del servilletero para ver si hay alguna marca de publicidad en la correa del llavero. Atisbo un nombre: “science museum”. Mientras mastica, toma en la mano izquierda el llavero y lo pone en diferentes posiciones, me da la impresión que busca el noroeste o tal vez el sur. Al bajar la vista vi una mochila de la marca “Columbia”, es de color verde musgo. Trae pantalones de tela gruesa, zapatillas de montañista. Tiene unos anteojos solares con espejos. Pide una ensalada de frutas de la estación. —Estamos en invierno. No le faltaran las peras y manzanas a su paladar. Repentinamente, me recuerdo que tengo que pasar al supermercado a comprar comida para mi perrito. También me falta azúcar, ahora estoy tomando azúcar rubia o sucralosa. No es refinada y no es tan dulce. Yo no hago dietas, ni me cuido mucho. No tengo mucha gente que estaría preocupada, si un meteorito me cayera cerca del árbol que me cobija para leer el diario todos los días en la plaza. No hago mucha falta en esta órbita. —Eso creo yo. El joven pidió un café expreso. Yo hice lo mismo. Me gusta aquí, porque en la taza del café viene siempre un cuadradito de chocolate italiano. No quiero decir que los chocolates italianos sean mis favoritos, pero ustedes deben tener sus favoritos en todo orden de cosas. —¿Es así o no? Estoy intrigado por saber de dónde viene este ser que tiene cabellera rubia, ojos verdosos, es alto, espigado, se ve una persona educada. Claro que un poco o demasiado compenetrado. Le pregunté: —Joven: ¿va a Portillo, o anda recorriendo el país? —En realidad, señor ando de trabajo, soy geólogo y voy camino a Chaitén para ver la evolución del volcán. —Qué interesante, contesté. ¿Y cuanto tiempo piensa estar por esa zona? —Todavía no tengo claro la cantidad de días que me llevará la inspección, y los trabajos que haremos con un equipo multidisciplinario, que vienen de todas partes del mundo. Además, nuestra principal preocupación es el lugar de asentamiento que el gobierno ha elegido para los habitantes de Chaitén. —Me parece excelente, creo que se necesita la opinión de personas especialistas en el tema—. Lo que han vivido la gente de Chaitén es traumático. Y debemos preocuparnos por su seguridad, bienestar emocional y que vuelvan a construir una vida feliz. —Eso es, señor, exactamente, lo que nos preocupa. Aquí se mira todo en niveles económicos, traslados físicos y topografía, pero sabe usted que lo fundamental en estos momentos son los niveles de felicidad. Queremos que la nueva comunidad que renazca de las cenizas del volcán, tengan la oportunidad de participar de un proyecto, que está empezando en alguna de las partes más golpeadas por desastres naturales del mundo: “SANUS TERRA”, es nuestro gran proyecto. Queremos comunidades activas, gente mayor que esté totalmente involucrada en la vida de la “polis”. Niños con lugares naturales para jugar, con animales, flores, ríos, cascadas, copihues envolviendo un nuevo despertar. Salud de primer nivel, con una mezcla de buena dieta de sus propios huertos orgánicos, mucha miel, frutas. Educación interactiva para todos, traeremos personajes de todo el acontecer político, social, cultural para que hagan sus charlas y los ayuden en todo lo que la comunidad requiera. Tendremos satélites monitoreando que no se haga mal uso de la ecología. Habrá reglas estrictas en normas de vida saludables y de distracción. Lo que más me mueve en esto, señor, son los niños, conocerán lo que usted y yo hemos vivido. Vida al aire libre, imaginación y por sobre todo: felicidad de correr hasta quedar botados en el barro de la libertad. —He quedado impresionado con usted, una persona de esta era cibernética, tan preocupado por los ciudadanos de este “planeta herido” de tanta suciedad que nosotros mismos hemos fabricado—. Sabe, yo paso viendo televisión todos los días. Y mi única salida es almorzar en este pequeño restaurante. Y mirar es mi única distracción. Siempre espero que el día que me aleje de estas tierras, nadie vaya a darse cuenta. Del sexto piso emanará un olor de que un señor de cabellera gris, ojos pardos, mediana estatura, un poco gordito, pasó a mejor vida. —Señor, ¿cuál es su nombre?. —Me llamo Leopoldo. —Pues, encantado Leopoldo, un placer conocerlo y haber conversado con usted—. Es la primera persona que me habla en este país desde que baje del avión. —Gracias, amigo, y su nombre. Me dijo: — No, no se lo he dicho, me llamo Louis. —Louis veo que habla muy bien el español, pero su acento es francés. —Es que soy suizo. Más precisamente de Ginebra. —Ha sido un gusto Louis, le deseo que muchos “Sanus-Terra”, se realicen en este mundo globalizado… Usted será un salvador del planeta… Me ha llenado de alegría su proyecto, y, al mismo tiempo un poco de esperanza, que todo no está perdido… ¡Bon Voyage!