I
Apunte atonal
sensación de la mano resbalando por la sigla de la piel
¿cifra oculta o nomenclatura cierta?
Y al atarnos hacia adentro se deshila la imagen del mundo
permanece la evanescencia de su huida
en el agua-humo de tus ojos
ceniza dilapidando el trazo de la memoria
hasta encallar en la arenisca de la in-cordura.
II
Fue en el azar como límite del pensamiento que la voluntad en su vértigo se jugó la suerte; entre cara o cruz, nada habría de eximirle el ser hija del caos; he ahí el enigma, se dijo a sí misma, tanta paradoja para al final quedarse con un puño de guijarros, pero desconocía la cartografía del umbral de la ausencia y poco se había detenido en la historia inscrita en ese cuerpo suyo anidado en arena.
III
El eco es mucho más que la reverberación de un tremar
acusa en su duración la falsedad del trasiego
y lo efímero de su destreza burla la epifanía del tiempo
No hay artilugio que engañe ni aprese el fluir del río
y lo ido es una sombra que danza en los repliegues del fuego
Nada es para quien deambula por el desierto
a sabiendas de haber perdido la carta de navegación
y en esa inmensidad
deja de aguardar
al punto donde la desesperación deja de ser asidero
y así en esa transparencia recibe el mayor de los dones
no otro sino un nombre por el que será recordado
de boca en boca
de siglo en siglo.
IV
Poco recuerdo del desierto
es como si los ojos se hubieran brillado
y en la opacidad del resplandor
la memoria dejará de ser registro de lo vivido
Sólo la impresión arrojada hacia los sentidos
de haber perdido el oriente
por desconocer la ruta del viento
y el cuerpo dejándose inscribir por su ventolera
Se es otro en su inmensidad
porque se es nada frente a su desolación.