El autor nos confía con un estilo vivaz y hablado, sus recuerdos de infancia, donde se mezclan el humor y la crueldad gratuita. Dentro de ese contexto se destaca la omnipresencia del mar. Entonces la rememoración se hunde en los años de su adolescencia, el verano en el océano surfeando entre las olas. El recuerdo lacerante de la pérdida del primer amor..."Veronika. Así con ‘k’. Era una rubia pecosa de ascendencia gringa...” El sentimiento de culpa de haber sobrevivido a ese accidente. Esas ensoñaciones sobre el hundimiento, la asfixia y el agua envolvente se encadenan bruscamente, como un cambio de secuencia: el protagonista regresa al presente, "una mano [le] toma de los pelos, mientras los ramalazos seguían en [su] rostro..."

• Navegando sueños (cuento) por Ricardo Juan Benítez