Alejandro Margulis empieza narrando la existencia opaca de un periodista de un diario de Buenos Aires. Se destaca la anécdota patética de que su abuelo está muriéndose de a poco, «con una cánula que le sale del estómago y lo alimenta» y habla a través de la garganta «con ese aparato que le da un tono de voz metálico». Describe su melancolía al ir a una cita para hacer una entrevista al Jefe de un servicio y de paso ver de nuevo a la secretaria «la luz de [sus] obsesiones sexuales». Pero el Jefe y la secretaria no están. ¡Vaya decepción y una vez más desciende al infierno de la tristeza! No obstante, en un café adonde ha ido a tomarse un café, levanta la vista y ve en una pared una nota periodística suya enmarcada en dorado y con vidrio adelante, sobre los patrones de café (bolicheros) de Buenos Aires, «de sus hábitos noctámbulos, de su costumbre de ojear mujeres…»

• Diario del desalmado (fragmento) por Alejandro Margulis