Jorge Etcheverry (creador polifacético) usa este texto, Mantis, como símbolo de quien aguarda, inmóvil, el momento de atacar. Buen conocedor del alma hispana y excelente artista, el autor nos relata una historia donde la moral, con sus inefables aristas, separa y distingue a los seres humanos, creando una disgregación donde el más capaz es el que logra escalar la cima efímera del éxito. Forman el cuadro personajes secundarios pero no menos importantes, desde el punto de vista simbólico, como la madre, la esposa, los amigos, el propio narrador.
Etcheverry compone un collage de tragedia que anticipa la comedura insaciable del alma que acorrala, la que busca y se ancla al espíritu del otro. No importan, en estas circunstancias, elementos triviales y aparentes como el seguir avanzando y conquistando objetivos singulares. Es ella, únicamente ella, la que acecha, la parásita que no vive su vida, la que observa desde su atalaya de hermosura en busca de otra presa cualquiera, ajena y desorientada. La esposa consume al marido, en una permeabilidad ineluctable de vidas y voluntades. Una se va apagando; la otra se nutre, brilla.
La verdadera conquista no se encuentra, tal vez, en el exilio voluntario, sino en sentirse forzado a enfrentar los miedos al fracaso, a trasegar por un dilema ardiente ineludible e insoportable.
Jorge Etcheverry, chileno, narra de manera juiciosa y singular. Un relato que nos provoca, en la cercanía de esta página, a la reflexión más pavorosa y a concluir, de manera velada, que quizás estemos rodeados de seres contagiosos y perversos, agarrados a nuestra piel. Antonio Florido (España).

• Jorge Etcheverry: El arte como resultado de la fluidez cognitiva