¿Quién visitó a quién, Francisco de Quevedo a Julio Cortázar o el argentino al español? Sea su experiencia fantástica o real, lo cierto es que la argentina Susana Merke saca a relucir profundos conocimientos sobre la literatura hispanoamericana. No se trata de una innovación, pero en esta narración se esfuman los linderos entre el cuento y el ensayo. Trata sobre dos geniales escritores, el uno aristocrático y el otro bohemio, pertenecientes a siglos distantes, el XVII y el XX, entre los que en apariencia no hay elementos en común, salvo su pasión por la literatura. Pero a pesar de pertenecer a otro tiempo y a otro espacio las coincidencias afloran de manera sorprendente: revolucionarios por cuanto rompieron con los moldes establecidos en literatura, viviendo fuera de su tiempo histórico los rechazaron y pocos los aceptaron, obsesivos por quitar el disfraz de un mundo hostil y mentiroso que sólo llamaba al desencanto y el aislamiento… Susana Merke termina su genial interdiálogo con estas palabras que son a la vez una invitación apetitosa: «El juego continúa y todos estamos invitados, sólo hay que atreverse». Hasta yo quisiera animarme, pero… Rubén López Rodrigué
La primavera de 1958 vio nacer a Susana Merke en la llanura santafesina (Argentina). Hizo sus estudios primarios en la escuela Simón de Iriondo y luego para el Bachillerato en el antiguo Colegio Nacional de la ciudad de Rafaela. Su inquietud por las letras la llevó a trasladarse a la capital de la provincia, Santa Fe, donde ingresó en la Universidad Nacional del Litoral para obtener el diploma de profesora en Letras. Partió a la Capital Federal, Buenos Aires, en dicha ciudad dictó cátedras en Literatura Argentina, Americana y Española durante trece años, y a fines del siglo XX regresó a su tierra natal. Enseñó en escuelas medias y desde hace varios años sintió el llamado de la escritura. Recibió distinciones en concursos literarios, y el 16 de junio presentó su primera novela “Las voces del pasado no mueren”.