1
      Era fines de enero. Con el único fin de conocer a García Márquez viajaste al primer Hay Festival en Cartagena. Una vez en suelo cartagenero, bajo un sol jactancioso que iluminaba las superficies, te fuiste a la vieja ciudad amurallada para, inicialmente, conocer los lugares donde se realizaría el evento de un claro matiz comercial: el Teatro Heredia y el Claustro de Santo Domingo.
      El taxista que te llevaba sabía del festival pero no que García Márquez sería invitado de honor. Al hombre le parecía un poco extraño y te dijo a manera de reproche: «ni siquiera vino al entierro de la mamá. Dijo que estaba enfermo, pero en realidad se sentía inseguro. Esta es una ciudad segura. Aquí ha venido gente más importante que él y no le ha pasado nada. Vinieron los reyes de España y no les pasó nada. Vino Bush y no le pasó nada. Vino Clinton y no le pasó nada. No ha hecho nada por su pueblo Aracataca, que sigue siendo muy atrasado. Lo último que pasó fue que tuvo un problema con el Hotel Santa Clara, que está enfrente de su casa. Se quejó de que desde allí lo miraban mucho. Pero si veo a un personaje famoso, yo lo miro, eso es algo natural». (Contiúa en la página interior).

• A la sombra de García Márquez por Rubén López Rodrigué