En el poeta colombiano Martiniano Acosta encontramos la capacidad de convertir vivencias sensoriales en discurso poético sin que el traspaso eche a perder los poderosos estímulos de los sentidos puestos en su más activo juego. Sin embargo, las palabras no están reducidas a la sola misión de ser “la canción del cuerpo”, por más efectiva que esta sea: hay en Acosta también la capacidad de proyectar esos estímulos en otras direcciones, ampliando el abanico de sus percepciones, aludiendo entonces -con este método- a porciones de la concepción del mundo propia del autor que le brindan a sus composiciones matices sugerentes de otros intercambios. Fuera de la concepción judeocristiana –de inspiración platónica- que divide cuerpos y almas (este último término es aquí indispensable emplearlo) Acosta se refiere así a lo humano como integridad indivisible, donde “El mundo de tus labios interpreta mis movimientos”; “El amor es un juego de magos” y “Un espejo te duplica”, entre otros asuntos que remiten a la duplicidad de lo amoroso como signo de contacto entre el yo y la otredad. Luis Benítez.

• Martiniano Acosta: la sensualidad hecha palabra