Este multifacético escritor y artista colombiano, Gerardo Luis Rodríguez, nos ofrece una obra poética con un estilo singular y propio: un ejemplo evidente de ello es la sustitución de consonantes por similitud fónica; sin embargo, su originalidad y aquello que hace más interesante su trabajo poético no es este detalle formal —aunque implica, en sí, un homenaje que le hace el autor a las lenguas originarias de nuestra América Latina— sino la potencia de sus versos, caracterizados por una capacidad evidente para originar la visualización por parte del lector, ya que no sólo la posibilidad conceptual es la empleada por el autor. Dada su condición de artista, Rodríguez es capaz también de “pintar” con palabras, conduciéndonos a paisajes y circunstancias como “teletransportados” por sus poemas. Ello subraya aun más los densos climas obtenidos por el poeta, contagiados al lector por su pericia para transmitir a un tiempo el concepto y la emotividad que recorren sus obras, sin que la hondura del primero rebaje la potencia de esta última. En suma, esta es otra demostración de la efectividad de la poesía cuando sus múltiples recursos están bien manejados por una mano segura de sus propias y demostradas capacidades. Luis Benítez.
Gerardo Luis Rodríguez, tras haber seguido estudios de filosofía en la Universidad Nacional de Bogotá, vivió en Chile durante el gobierno de Allende. Después del golpe de Estado de Pinochet en 1973, escapó a la persecución policial. Como escritor, publicó seis libros, entre relatos y poemarios. Residió en Francia durante diez años. Participó con un ensayo en el libro colectivo "Alain Laborde, Dix années de pinture (1984-1994)", editado en Pau (Francia). A través de la creación artística, persigue el objetivo ambicioso de sincronizar las fuerzas del Yo con las del universo. Sigue escribiendo para ser fiel a la misión que se ha dado en Europa: fomentar el diálogo entre las culturas.