Empacar una maleta puede resultar engorroso. En el relato: “Mi último viaje”, el autor nos describe una analogía de la vida, plagada de recuerdos, paseos, destinos, que a veces retardan la partida y en otras la precipitan. Un viaje muchas veces sin retorno, con ticket de ida y la vuelta escondida en una maleta que ha desgarrado el cuerpo. El “arte de empacar” como lo describe el autor, depende de nuestra agudeza para ordenar el equipaje correctamente y no terminar con una explosión de nuestras pertenencias. Los soluciones que propone: “Candado por si desconfías…”, “lujosas cerraduras para los más…”, “maleta grande… perfecta para decisiones radicales”, tantas similitudes con nuestro interior. “Mi último viaje”, lleva al protagonista a repensar su forma de cubrir muy bien los espacios vacíos de la maleta y no encontrar sorpresas, como la de días antes de partir, cuando cerca de un puente vio una valija que sobresalía en las aguas, con ayuda de los transeúntes la sacan y encuentran partes de un cuerpo. Su dueño había seguido muy bien las instrucciones de cómo empacar. Para nuestro viajero resulta imprescindible realizarlo extremadamente bien: será su último viaje. Carolina Paton.

• El último viaje por Jhon Agudelo García